Desde Coollege y Spanish Bowl, proseguimos con nuestros artículos que resumen la temporada 2019 en College Football. En esta nueva edición, nuestro interés se trasladará a la costa atlántica para repasar otra de las Power Five Conferences: la ACC. Una de las conferencias que mejores prospectos suele aportar a la NFL, pero cuya competitividad, entre sus miembros y en los últimos años, deja mucho que desear.
Bien pudiera decirse que existen dos competiciones dentro de la misma conferencia: la de Clemson y la del resto de miembros integrantes. La necesidad de un resurgir de algunos de los más tradicionales y laureados programas (Miami, Georgia Tech, North Carolina, Syracuse) es vital para una mejora no solo de la competición, sino también de los propios Tigers.
Acompañadnos en este viaje por el este de la nación. Toca disfrutar y saborear con la Atlantic Coast Conference. Un Dios y trece mortales…
TEMPORADA 2019
Campeón: CLEMSON TIGERS
Subcampeón: VIRGINIA CAVALIERS
ADN.
“¡Qué buen vasallo si tuviera buen señor”… Todos o casi todos recordamos este verso con el que se abre el mítico Cantar del Destierro de la epopeya anónima y origen de la Literatura Española, Poema de Mío Cid. Este pasaje evoca al héroe Rodrigo Díaz de Vivar, que es desterrado injustamente por el rey Alfonso VI. El verso hunde su génesis en la concepción medieval del respeto feudal del vasallo hacia su amo, como una transmutación mundana de la relación entre Dios y sus fieles terrenales. Clemson, al igual que el señor medieval, tiraniza a sus adversarios, que son incapaces de poner en cuestión su dominio.
Sería necesario que estos serviles contrincantes rompan -por fin- esta dependencia y se acerquen a ese concepto renacentista, a ese deseo de vitalidad y de confianza en el ser humano. Una mentalidad que domina otra de las grandes obras clásicas de nuestra literatura: La Celestina. En ella, los criados Pármeno y Sempronio rompen esta relación de vasallaje con su señor Calisto y luchan por su propio albedrío. Hurricanes, Tar Heels, Orange, Hokies, Cavaliers o Seminoles -entre otros- debieran emular a los rebeldes Pármeno y Sempronio, tratar de mejorar sus recruitings, maximizar las opciones de sus rosters, implementar sus esquemas tácticos, abandonar el respeto al tiránico equipo de Swinney y presentar sus credenciales para batallar por la Atlantic Coast Conference.
La ACC se fundó en 1953 y tiene su centro de operaciones en la localidad de Greensboro (North Carolina). Desde sus albores, la conferencia ha sido considerada una de las más fuertes de toda la competición, con espectaculares contratos televisivos y con varios campeones nacionales. Es por esta razón que la ACC es una de las cinco conferencias que tienen siempre un puesto asegurado dentro de los New Year’s Six Bowl games –las bowls más importantes del año-.
Las universidades fundadoras fueron siete: Clemson, North Carolina, South Carolina, Wake Forest, Duke, North Carolina State y Virginia. En 1971, South Carolina abandonó la conferencia, siendo su puesto ocupado -ocho años después- por Georgia Tech (aunque no compitió en football, dentro de la ACC, hasta 1983). Florida State se incorporaría en 1992; Miami y Virginia Tech, en 2004; Boston College, en 2005; en 2013, llegarían las anexiones de Syracuse, Pittsburgh y Notre Dame (para todos los deportes, excepto el football). El miembro más reciente es Louisville, que se uniría en 2014.
La ACC engloba entidades privadas y públicas de diferentes tamaños. Todos sus estudiantes son partícipes del Atlantic Coast Conference Consortium, que lleva a cabo experiencias académicas e intercambios estudiantiles, enriqueciendo enormemente la formación universitaria de su alumnado.
Entre los ingredientes básicos de esta conferencia, podríamos hablar de un magnífico rendimiento individual de sus jugadores -siendo la cuna de alguno de los mejores prospectos de la NFL-, dominio aplastante de Clemson las cinco últimas temporadas, incertidumbre total en la Coastal Division -logrando el campeonato de la división los siete integrantes de la misma en los últimos años-, sistema de juego pro, preponderancia del juego ofensivo -a pesar de un buen desempeño general en la parcela defensiva- y una constante alternancia del juego terrestre y aéreo.
El gran problema de los últimos años es la dictadura de Clemson, que ha arrasado la conferencia con cinco cetros consecutivos. Tras la llegada del magnífico Dabo Swinney -allá por 2009- los Tigers han logrado seis de los once títulos conferenciales, Florida State consiguió tres, mientras que Georgia Tech y Virginia Tech conquistaron uno en 2009 y 2010.
Cada año, la Atlantic Coast Conference arranca con un enigma resuelto: el campeón será Clemson. De hecho, la mejor muestra es el apabullante dominio de los Tigers en los Championships, donde han destrozado año tras año a Virginia, Pittsburgh o Miami, presentando algo más de batalla los Hokies –en 2016- y los Tar Heels -en 2015-. La sensación de superioridad es tal que -salvo tiro al pie de las huestes dirigidas por Dabo Swinney- Clemson parece tener ganados todos los partidos conferenciales y que su temporada real siempre arranca en Playoffs. Esta circunstancia -lejos de ser una ventaja- puede erigirse en una gran rémora para los Tigers, pues esa falta de competitividad podría pagarse en los momentos álgidos de la temporada.
La llegada de Mack Brown a North Carolina –equipo que estuvo a punto de causar una hecatombe la pasada temporada con un “casi” triunfo sobre Clemson-, la irrupción de prometedores mariscales de campo como Sam Howell o Micale Cunningham o el despertar -a base de talento externo- de Miami Hurricanes pueden desatar las hostilidades y ser la mejor noticia para Swinney y los suyos.
En la ACC (Atlantic Coast Conference) compiten catorce programas futbolísticos, agrupados en dos divisiones:
- 1) ATLANTIC: Clemson Tigers (14-1); 2) Louisville Cardinals (8-5); 3) Wake Forest Demon Deacons (8-5); 4) Florida State Seminoles (6-7); 5) Boston College Eagles (6-7); 6) Syracuse Orange (5-7); 7) North Carolina State Wolfpack (4-8).
- 2) COASTAL: Virginia Cavaliers (9-5); 2) Virginia Tech Hokies (8-5); 3) Miami Hurricanes (6-7); 4) Pittsburgh Panthers (8-5); 5) North Carolina Tar Heels (7-6); 6) Duke Blue Devils (5-7); 7) Georgia Tech Yellow Jackets (3-9).
Tomaremos -como marco argumental para resumir la temporada 2019 en la ACC- algunos de los títulos más famosos de la cinematografía universal. De este modo, analizaremos lo pasado y pondremos de manifiesto las notas dominantes, para 2020, de todos los programas futbolísticos de la ACC. ¿Continuará la tiranía de Clemson? ¿Howell liderará a los Tar Heels a un posible entorchado conferencial? ¿Quedará en agua de borrajas la enésima resurrección de los Canes? Trataremos de analizar estas y otras muchas cuestiones en estas líneas. Prepárense para navegar por las indómitas aguas del Océano Atlántico. “Un Dios y trece mortales: Atlantic Coast Conference”.
EL GRAN DICTADOR: CLEMSON TIGERS.
La espectacular película de Charles Chaplin –primera de sus cintas sonoras- nos servirá para reflexionar sobre la temporada 2019 de Clemson. La obra significó una cruenta crítica del nazismo, del fascismo, del antisemitismo y de las dictaduras en general. Clemson -al igual que el patético dictador Adenoid Hynkel- hace y deshace, juega, destroza a su antojo, el globo que simula el orbe conferencial. Swinney y los suyos se saben muy superiores al resto de sus rivales, pero nunca se debe vilipendiar al enemigo, pues una derrota en la ACC –debido a la debilidad de la conferencia- podría suponer el adiós a las esperanzas de clasificación para Playoffs.
La temporada de los Tigers arrancaba con una cita fija en el calendario: el partido en el Carrier Dome frente a Syracuse. El conjunto de Dino Babers partía como uno de los equipos con más proyección en 2019 y quizá había sido el enemigo que más había puesto contra las cuerdas a Swinney y los suyos. Sabedores de la importancia de ese encuentro, Clemson jugó contenido ante Georgia Tech y Texas A&M, equipos a los que superó sin dificultad. Pero el partido contra Syracuse fue ganado por Clemson… en Maryland. Efectivamente, los Orange fueron arrasados por los Terrapins, y el partido de la Week 3 no tuvo historia para los Tigers.
Relajados por esta circunstancia y por un factible calendario -tras derrotar a Charlotte-, las huestes de Swinney se dirigían a Chapel Hill para medirse a los pupilos del mítico Mack Brown. Los Tar Heels ofrecieron una espectacular cara esta temporada no dando por perdido ningún partido. El duelo ante Clemson fue una continua lucha, en la que Swinney se vio ampliamente superado por el entramado defensivo de Brown. Partido disputado, TD que ponía a un punto a North Carolina a un minuto de final y… apuesta de Mack Brown. Conversión de dos puntos o nada. Ganó la banca -una vez más-, pero Brown, Howell y sus Tar Heels pusieron a los Tigers contra las cuerdas e hicieron despertar de su letargo al felino de Carolina del Sur.
Efectivamente, la posible tragedia en Chapel Hill hizo revivir a las huestes de Swinney, que ofrecieron su mejor versión, con claras victorias ante Florida State, Louisville, Boston College, Wofford, North Carolina State, Wake Forest y South Carolina. El Championship frente a los Cavaliers fue un auténtico paseo. La temporada real de Clemson se iniciaba con los Playoffs. Unos Tigers, que dejaron muchas dudas, se imponían a los Buckeyes en un partido muy disputado. Llegaba la final ante LSU y las dudas sobre el juego de Trevor Lawrence a lo largo de la campaña no se disiparon. Los Tigers de Baton Rouge fueron muy superiores y Clemson nunca estuvo cerca de competir en ese partido. Swinney siempre aprende de sus errores y 2020 será, con toda probabilidad, el año del “tigre anaranjado”.
Una vez más volvió a producirse el famoso “sophomore slump”. Tras maravillar en su primer año -campeonato incluido-, el natural de Cartersville (Georgia) dejó muchas dudas en su segunda campaña. Apatía, malas decisiones, interceptaciones, la figura apolínea de Joe Burrow y, sobre todo, una falta de agresividad y competitividad en la final fueron las notas dominantes de Trevor Lawrence en 2019.
2020 -como el de todo Clemson- debe ser su año. La permanencia de Travis Etienne, la dirección de Swinney, un roster espectacular y las brillantes dotes de Lawrence hacen de los Tigers el rival a batir. Lawrence (3665 yardas de pase, 36 TDs, 8 interceptaciones, 563 yardas terrestres y 9 anotaciones por tierra) entra en el momento más importante de su carrera deportiva y debe hacer buenos los pronósticos que lo sitúan como el QB número uno del próximo NFL Draft. Pocos dudan de la capacidad de Trevor, es el momento de reivindicarse, de mostrar quién es el mejor y, sobre todo, de hacer olvidar algunos apáticos episodios de su año sophomore. En el banquillo y aprendiendo del propio Lawrence, la próxima súper estrella, DJ Uiagalelei, esperará con ansia que llegue su momento.
La decisión de Travis Etienne de permanecer un año más causó gran sorpresa. El hecho de poder ser elegido como el primer corredor de esta clase, la posibilidad de una inoportuna lesión fueron menos potentes que la capacidad persuasiva de Swinney y el intento de acabar su carrera universitaria con otro anillo más. Etienne fue quizá el arma más decisiva de toda la ofensiva tiger. Sus 1614 yardas terrestres, 19 anotaciones, 432 yardas de recepción y 4 TDs así lo demuestran. Su año senior debiera mejorar -con creces- estas ya extraordinarias estadísticas, aunque el riesgo de una lesión siempre estará ahí… Lyn-J Dixon (635 yardas, 6 anotaciones) sumará, sin duda, en esa ofensiva terrestre y se convertirá en un arma aún más decisiva. Trevor Lawrence se destapó como un extraordinario corredor -aún queda en nuestra retina su espectacular carrera contra Ohio State- y será otra punta de lanza de los acarreos por tierra. El recluta cinco estrellas Demarkcus Bowman deberá esperar su oportunidad.
La maldita lesión de Justyn Ross (865 yardas, 8 TDs) hace que peligre la carrera del que se presuponía como uno de los mejores estiletes aéreos de 2020. Esta lamentable pérdida se une a la marcha a NFL del magnífico Tee Higgins (1167 yardas, 14 anotaciones -una por tierra-), que ya amenaza con sorprender al mundo profesional con una de las más prometedores conexiones junto a Joe Burrow. En ausencia de sus dos receptores titulares de la pasada campaña, Amari Rodgers (426 yardas, 4 anotaciones) y, sobre todo, Joe Ngata (240 yardas, 3 TDs) se erigirán en las puntas de lanza de la parcela aérea. El prospecto cuatro estrellas EJ Williams también aportará más pronto que tarde.
La línea ofensiva deberá reemplazar a cuatro jugadores titulares, pues solamente regresa Carman Jackson. De los suplentes del pasado año, quizá el nombre más destacado sea el de Walker Parks, que se unirá a una nómina de nuevos valores en la posición.
En el apartado defensivo, la mejor noticia es que Brent Venables no escuchó los cantos de sirena de posibles ofertas como head coach y decidió quedarse una temporada más con una idea clara: un nuevo título nacional. Las pérdidas de Isaiah Simmons, AJ Terrell, K’Von Wallace o Tanner Muse (junto al transfer de Xavier Kelly a Arkansas) serían un auténtico quebradero de cabeza en… otros programas. Pero el talento defensivo de Clemson es uno de los mayores de la nación. Tyler Davis (DT, sophomore), Nyles Pinckney (DT, senior), James Skalski (LB, senior), Derion Kendrick (CB, junior), Justin Foster (DE, senior) o Xavier Thomas (DE, junior) serán los nombres a seguir en el apartado defensivo.
VOLVER A EMPEZAR: VIRGINIA CAVALIERS.
El clásico de José Luis Garci puede resumir perfectamente el deseo de Virginia Cavaliers, tras una interesante temporada 2019. Desde 1990, no asistíamos a un desempeño tan espectacular del ataque del programa anclado en Charlottesville: 32 puntos por partido, líder conferencial en tiempo de posesión y segundo en conversiones de tercer down. Las pérdidas de Bryce Perkins -que a pesar de su espectacular temporada, solo encontró acomodo como undrafted en LA Rams- y el colosal LB Jordan Mack podrían sonar a un nuevo inicio. Pero al igual que Antonio Miguel Albajara -protagonista de Volver a empezar- cuando regresa a Gijón y se reencuentra con su amor de juventud, Virginia tiene la gran ilusión de un entrenador, Bronco Mendehall, que sabe muy bien el camino a recorrer, una de las líneas ofensivas más infravaloradas de la nación -que retorna al completo- y ciertas piezas que pueden catapultar a los Cavaliers a una nueva gran campaña. Volver a empezar… y no solo por el nuevo logo, que quiere evitar susceptibilidades y romper con el pasado confederado.
La temporada se iniciaba con cuatro espectaculares victorias ante Pittsburg, William & Mary, Florida State y Old Dominion. Llegaron dos dolorosas derrotas, que bajaron de la nube a los de Mendehall, frente a Notre Dame y Miami. La victoria ante Duke supuso un respiro de aire fresco, pero la inesperada derrota frente a Louisville hacía zozobrar el proyecto de Mendehall. Tres victorias consecutivas (North Carolina, Georgia Tech y Liberty) se unían a la irregularidad dominante en la Coastal y colocaban a los Cavaliers en disposición de triunfar en la división si derrotaban al eterno rival, Virginia Tech Hokies, en el último partido de la liga regular. Virginia salía victoriosa 39-30 en un espectacular derbi, en el que Perkins daba una lección magistral. El Championship ante Clemson tuvo poca historia y los de Swinney masacraban inmisericordemente a las huestes aleccionadas por Bronco Mendehall. La Orange Bowl ante Florida fue una demostración de lo que puede ser capaz Virginia –a pesar de la derrota-, dejando un gran sabor de boca a una temporada épica.
Sobre los hombros de Bryce Hopkins descansó el peso del ataque cavalier. Un auténtico mariscal de campo dual threat, que alcanzó 3538 yardas de pase, 22 TDs, 12 interceptaciones, 769 yardas de carrera y 11 anotaciones terrestres. La magnífica línea ofensiva le dio el tiempo necesario para pensar y martirizar las zagas rivales. Bronco Mendehall deberá optar, para el próximo ejercicio, por el sophomore Brennan Thompson –un típico QB móvil que conoce bien el sistema- o Keytaon Thompson, que llega desde Mississippi State y puede tener su oportunidad. Tanto una como otra opción tendrán el tiempo necesario para crecer, pues la guardia pretoriana regresa al completo, destacando el center Olusegun Oluwatimi.
Perkins fue el auténtico adalid del juego terrestre, aunque Wayne Taulapapa (473 yardas, 12 anotaciones) contribuyó de buen grado. El año junior de Taulapapa está destinado a ser el de su consagración. Las esperanzas de la fanaticada de Charlottesville residirán, en gran medida, en lo atinado que esté por tierra el corredor hawaiano. PK Kier (174 yardas, una anotación) contribuirá a hacer más peligrosa la ofensiva terrestre.
El cuerpo de receptores tiene las sensibles bajas del magistral Hasise Dubois (1062 yardas, 6 TDs) y del peligrosísimo Joe Reed (679 yardas, 7 anotaciones). No obstante, Terrel Jana (886 yardas, 3 TDs) deberá dar un paso al frente y asumir el liderazgo del ataque aéreo. Estará bien secundado por el hábil y rápido Tavares Kelly, así como por un esperanzador redshirt freshman, que está destinado a ser el receptor del futuro: Dorien Goddard.
La defensa volverá a lucir poderosa y pétrea. Ocho titulares regresan al emparrillado del Scott Stadium. La sensible baja del espectacular Jordan Mack -que ya luce en Charlotte junto a Matt Rhule- será cubierta por el polivalente Noah Taylor (57 tackles, 7 sacks, 2 interceptaciones, 4 pases defendidos). Zane Zandier (108 placajes, 5 sacks. 5 pases defendidos, una interceptación), Charles Snowden (72 tackles, 5 sacks, 4 pases defendidos), Jowon Briggs y Aaron Faumui consolidarán un potente front seven. En la secundaria, la única gran pérdida será la de Bryce Hall. Regresa una pareja de safeties muy interesantes: Joey Blount (95 placajes, 3’5 capturas, 3 pases defendidos, 3 interceptaciones) y DeVante Cross (60 tackles, 1 sack, 6 pases defendidos, 2 interceptaciones). Menos resolutivo es el cuerpo de CBs, aunque regresarán con mayor experiencia (Heskin Smith, Nick Grant o Antonio Clary).
UNO DE LOS NUESTROS: LOUISVILLE CARDINALS.
En Louisville gustan mucho los quarterbacks móviles y, en Micale Cunningham, Scott Satterfield y su staff técnico han visto a “uno de los nuestros”. Cunningham -al igual que Henry Hill, magistralmente interpretado por Ray Liotta- quiere convertirse en el nuevo “Lamar” de Louisville y, sinceramente, consideramos que tiene muchas facultades para convertirse en un gran QB y en uno de los reclutas tapados del próximo NFL Draft. Basándose en una ostensible mejoría del ataque y, sobre todo, de un impresionante juego terrestre, Satterfield cree que puede mejorar los resultados del pasado ejercicio y mostrar más batalla en la Atlantic Division. Una mejora de la línea ofensiva y de la defensa, en general, se antojan vitales.
El año arrancó con una derrota ante Notre Dame y una historia de amor entre Ian Book y una de las cheerleaders del equipo -romance que igual se retoma esta temporada-. Siguieron dos sencillas victorias ante rivales estatales: Eastern Kentucky y Western Kentucky. Una inesperada derrota ante una muy débil Florida State parecía trastocar la temporada, pero dos importantes y ajustadas victorias -en sendos partidazos ante Boston College y Wake Forest- devolvían la ilusión a la hinchada de Louisville. Clemson era mucho rival para Cunningham y los suyos, pero se lograba un gran triunfo frente a una potente Virginia. Nuevamente se volvía a la senda de la derrota ante Miami. El año finalizaba con dos triunfos frente a North Carolina State y Syracuse, y una derrota en el gran duelo regional ante Kentucky. La victoria en la Music City Bowl ante Mississippi State cerraba un productivo año para los Cardinals.
La irrupción del maravilloso QB sophomore Micale Cunningham fue la mejor noticia para el programa de Louisville. Un auténtico playmaker –con un futuro brillante-, que fue capaz de conseguir 2065 yardas de pase, 22 TDs, 5 interceptaciones, 482 yardas terrestres y 6 anotaciones por tierra. Lo mejor de Cunningham queda reservado para su año junior. Apunten este nombre porque puede colarse entre los mejores mariscales de campo en el próximo NFL Draft.
El juego de carrera fue sencillamente increíble, promediando 213 yardas de carrera por encuentro. El freshman Javian Hawkins destrozó las defensas rivales, consiguiendo 1525 yardas y 9 anotaciones. Puede ser espectacular su año sophomore a poco que mejore algo la débil línea ofensiva cardinal -Mekhi Becton aparte-. Hassan Hall también fue muy productivo (501 yardas, 5 TDs) y podrá contribuir en esta parcela. A estos dos grandes nombres, habrá que unir las galopadas del propio Micale Cunningham.
Quizá el grupo de receptores de Louisville sea uno de los mejores de toda la ACC. Tutu Atwell, WR sophomore, cuajó un brillantísimo año con 1276 yardas y 12 TDs. Dez Fitzpatrick (635 yardas, 6 anotaciones) y el brillante TE freshman Marshon Ford (292 yardas, 7 TDs) completan un cuadro aéreo simplemente impresionante.
El gran problema de Louisville es la facilidad con la que encaja puntos. Será necesario implementar el engranaje defensivo para aspirar a cotas más altas. La zaga cardinal fue la peor de la ACC (encajando 434 puntos en 2019), la 102 de la nación y las yardas terrestres permitidas fueron muy preocupantes. Sin duda, la mejor unidad defensiva es el cuerpo de LBs, donde tres nombres brillan con luz propia: CJ Avery (93 placajes, 3 sacks, 6 pases defendidos), Dorian Etheridge (70 tackles, 1 captura, 5 pases defendidos, 1 interceptación) y Rodjay Burns (83 placajes, 2 capturas, 2 pases defendidos, 1 interceptación). Las trincheras defensivas tienen que mejorar para no ser tan permeables y no permitir tantas yardas de carrera. En este sentido, el DT Jared Goldwire debe dar un paso adelante y convertirse en el jefe de esta unidad. La secundaria es muy versátil y sabe placar, pero sufre mucho por aire y permite demasiados terceros downs. Nombres que deben dar un paso adelante son los del safety Russ Yeast o Chandler Jones.
ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL HOKIE: VIRGINIA TECH HOKIES.
El manicomio ideado por Milos Forman, en su joya cinematográfica de 1975, parece ser el escenario más parecido a las oficinas del programa sito en Blacksburg. Ningún otro equipo de toda la FBS tiene una relación de dependencia mayor con el transfer portal: unos se van -como el maravilloso receptor Damon Hazelton, que ya luce en Mizzou- y otros llegan –Khalil Herbert, Raheem Blackshear o Evan Fairs-. Justin Fuente deberá equilibrar todos estos elementos externos, consolidar un eficiente juego aéreo, mejorar un ya interesante engranaje defensivo y darle libertad al QB junior Hendon Hooker, que parece ser el líder de los Hokies.
2019 se iniciaba con una inesperada derrota ante Boston College. La senda parecía reconducirse con dos victorias ante Old Dominion y Furman, pero la irregularidad volvía con un desastroso colapso frente a Duke. Lo mejor del año llegaba en los duelos contra Miami, Rhode Island y el histórico partido de seis prórrogas frente a North Carolina. Una ajustada derrota en casa ante Notre Dame (21-20) cortaba una racha de tres victorias consecutivas. El año se cerraba con tres triunfos frente a Wake Forest, Georgia Tech y Pittsburgh, jugándose la división -y perdiéndola- ante el eterno rival, Virginia. La derrota, en la Belk Bowl, frente a Kentucky dejaba una temporada con más sombras que luces.
Tras la decisión de Justin Fuente de otorgar la titularidad a Ryan Willis, negros nubarrones se cernían en torno a Hendon Hooker -planteándose incluso la posibilidad de entrar en el transfer portal-, la tormenta pasó, Fuente le otorgó la tan ansiada titularidad y Hooker (1555 yardas de pase, 13 TDs, 2 interceptaciones, 356 yardas de carrera, 5 anotaciones terrestres) se destapó como la indiscutible cara del programa. Es el prototipo de mariscal de campo tan del gusto del equipo de Blacksburg: un QB móvil con buen brazo y que sabe echarse el equipo a la espalda. Se espera lo mejor de Hooker en su temporada junior.
Deshawn McClease se declaró -quizás- precipitadamente para el NFL Draft, dejando huérfano el ataque terrestre de los Hokies. No obstante, el transfer portal trae dos grandes noticias: a) el auténtico playmaker, Raheem Blackshear, que llega de Rutgers, y que es muy versátil, pudiendo aportar tanto en la parcela terrestre como en el juego aéreo; b) el poderoso corredor Khalil Herbert, que procede de Kansas, donde ha cabalgado para 1735 yardas y 14 anotaciones en su carrera universitaria. Junto al sophomore Keshawn King (340 yardas, tres TDs), puede decirse que el backfield está bien nutrido.
Peor pinta el panorama en el grupo aéreo: Damon Hazelton abandonó el programa camino de Missouri, Dalton Keene fue seleccionado por New England, mientras que Hezekiah Grimsley y Phil Patterson tampoco ya lucen en Blacksburg. Tre Turner (553 yardas, 4 anotaciones) deberá consolidarse como el receptor dominante sobre el emparrillado, siendo acompañado por el veloz freshman Tayvion Robinson, el altísimo receptor Evan Fairs -que llega también de Kansas- y el sustituto natural de Keene, el ala cerrada junior James Mitchell.
La línea ofensiva tuvo un grandísimo desempeño. Varios titulares regresan, incluyendo a los seleccionados All-ACC: el tackle Christian Darrisaw y el guard Lecitus Smith. Una línea fuerte que seguirá permitiendo un gran desempeño terrestre y una útil protección a Hooker.
La defensa hokie lució muy bien, permitiendo 17 o menos puntos en la mitad de los partidos de la temporada. Regresan diez titulares del pasado ejercicio y todo parece indicar que el Coordinador Defensivo Justin Hamilton implementará una unidad que ya fue una gran noticia en 2019. De ese interesante front seven, las dos piezas fundamentales serán el LB senior Rayshard Ashby (119 tackles, 5 sacks, 1 pase defendido) y el DT senior Jarrod Hewitt (33 placajes, 4 capturas). Otros jugadores que destacarán son los LBs Dax Hollifield y Alan Tinsdale. La secundaria aunó momentos de brillantez con episodios tenebrosos -recuérdense las 486 yardas de pase de los Hurricanes-, siendo los máximos referentes el CB Caleb Farley, el safety Divine Deablo o el otro CB Jermaine Waller.
CON SURRATT Y A LO LOCO: WAKE FOREST DEMON DEACONS.
Las sensibles bajas del QB Jamie Newman, de la locomotora Cade Carney, del interesantísimo Justin Strnad y del liniero ofensivo Justin Herron hacen que, en Winston-Salem, se espere con ansia el estreno de la esperada película “Con Surratt y a lo loco”. Dave Clawson –nuestro particular Billy Wilder- confiará en que la dupla Sage Surratt y Sam Hartman tengan el mismo éxito que el inolvidable dúo formado por Tony Curtis y Jack Lemmon.
La temporada 2019 arrancaba de una manera espectacular: cinco victorias consecutivas -algunas de gran prestigio- ante Jordan Love y sus Aggies, Rice, North Carolina, Elon y Boston College. La derrota en casa frente a Louisville, después de un vibrante y desmesurado partido (62-59), fue muy dolorosa. Seguían dos victorias consecutivas ante Florida State y North Carolina State. Finalizaba la temporada regular con tres derrotas en cuatro partidos ante Virginia Tech, Clemson y Syracuse, teniendo como única victoria la lograda frente a Duke. La New Era Pinstripe Bowl suponía el último partido de Newman -que no disputó el último drive- y significaba una nueva derrota, que no debiera opacar una magnífica temporada para los Diáconos Demoníacos.
Jamie Newman abandonó Winston-Salem en busca de nuevas metas con Georgia y el rácano sistema de juego de Kirby Smart -controvertida decisión la de Newman en la elección de su nuevo equipo-. El excelente QB sophomore Sam Hartman asumirá el mando. Sam ya demostró en su año freshman que podía ser el líder de la ofensiva demoníaca. Hartman tiene buen brazo y puede correr. Creemos firmemente que su sociedad con Sage Surratt puede ser muy productiva.
Cade Carney ya no está en el programa, así que el relevo más factible lo encarnará el sophomore Kenneth Walker III, que acumuló 579 yardas de carrera y 4 anotaciones. El backfield se completará con el corredor junior Christian Beal-Smith (304 yardas, 2 TDs), que puede realizar una importante contribución en esta unidad.
El espectáculo por aire tendrá nombres y apellidos: Sage Surratt (1001 yardas, 11 TDs). Hasta su lesión de hombro, llevaba números para ser considerado el mejor receptor de la nación. Un Surratt completamente recuperado será la mejor noticia para toda la hinchada de los Demon Deacons. Esta unidad sufre las pérdidas de Kendall Hinton, Scotty Washington y Jack Freudenthal, así que el receptor redshirt freshman Donovan Greene brillará junto al mágico Sage.
Las dos grandes estrellas de la defensiva demoníaca, Justin Strnad y Essang Bassey, ya aprenden del veterano y sagaz Vic Fangio en Colorado, así que el camino está abierto para algunos jugadores, que ya hicieron una gran campaña 2019. En este sentido, habrá que destacar a los LBs Ryan Smenda Jr. (81 placajes, 2’5 sacks, 3 pases defendidos, 1 interceptación) o Ja’Cquez Williams (73 tackles, 3’5 capturas, 1 pase defendido), al magistral DL Carlos Basham (57 placajes, 11 sacks, 3 pases defendidos) o a los defensive backs Nassir Greer, Trey Rucker y Ja’Sir Taylor.
THE U-WARS: UNA NUEVA ESPERANZA. MIAMI HURRICANES.
Como en el Episodio IV de la saga de George Lucas, en el sur de Florida se vive una nueva esperanza, un deseo de plantar cara -por fin- al tiránico imperio comandado por Lord Swinney y Trevor Vader. Las flamantes llegadas -vía transfer- de D’Eriq King y Quincy Roche se unen a un inspirador ejército jedi comandado por Brevin Jordan y Gregory Rousseau. Por si fuera poco, Manny Díaz podrá dedicarse en cuerpo y alma a los aspectos defensivos, pues Rhett Lashlee arriba desde SMU, con la misión de revitalizar el ataque hurricane. Sebastian y toda la hinchada “U” tienen sobrados motivos para estar ilusionados.
La temporada fue aciaga en Coral Gables: dudas en el mando del equipo, una inexistente línea ofensiva y la bisoñez por bandera fueron las notas más dominantes. Las dos primeras derrotas ante Florida y North Carolina presagiaban un infausto año. Seguían dos victorias ante equipos muy menores Bethune-Cookman y Central Michigan -aunque los Chippewas vendieron cara su derrota-. Cara y cruz ante los equipos de Virginia: cruz ante los Hokies, cara frente a los Cavaliers. La derrota ante unos muy débiles Yellow Jackets hizo muchísimo daño, aunque Miami parecía renacer de sus cenizas con tres victorias consecutivas ante equipos de postín: Pittsburgh, Florida State y Louisville. Pero todo era un espejismo, ya que Florida International, Duke y Louisiana Tech -en la Independence Bowl- colocaban a los Canes y a sus aficionados en los infiernos futbolísticos.
Jarren Williams ya es historia, N´Kosi Perry también debiera serlo, Tate Martell nunca existió. De Houston llega un joven padawan dispuesto a contribuir en el renacer de “The U”. D’Eriq King, tras su paso por Cougars, ofrecerá yardas terrestres y aéreas a un programa que necesita de un líder. King puede ser el mejor QB que ha movido las cadenas en Miami desde hace años.
La línea ofensiva necesitaba una reconstrucción total y era necesario un cambio en la dirección. Para ello, Garin Justice llegaba desde Nevada-Las Vegas. Los Canes permitieron 51 sacks la pasada campaña y esa debe ser la consigna: salvaguardar la integridad física de King. Vuelven los mejores nombres de la línea -cabe destacar al guard Navaughn Donaldson y al tackle Zion Nelson-, a los que se unirá el tackle Jarrid Williams, que viene también de Houston.
El RB sophomore Cam’Ron Harris (576 yardas, 5 anotaciones) deberá galopar sobre el emparrillado y ser el máximo agente terrestre del equipo. Robert Burns deberá aportar también, pero el gran complemento de Harris será, sin duda, el propio D’Eriq King.
El impresionante TE Brevin Jordan (495 yardas, 2 TDs) -quizá el mejor ala cerrada de la competición junto a Kyle Pitts– será el máximo referente por aire. Estará bien secundado por jóvenes receptores como Mike Harley, Dee Wiggins, Jeremiah Payton o Mark Pope. Quizá los reclutas Michael Redding y Xavier Restepo aporten más pronto que tarde.
Analizando las estadísticas, la defensa de Miami no lució mal el pasado ejercicio, pues finalizó la decimotercera de la nación en términos totales. A pesar de todo, solo dos defensas canes fueron drafteados, perdiendo cuatro de los mejores placadores del equipo (incluyendo ese trío brutal de LBs, que tantas alegrías repartió en Coral Gables: Shaquille Quarterman, Michael Pinckney y Romeo Finley). Toca reconstruir y Manny tiene capacidad de sobra para acometer dicha empresa.
Miami tiene la mejor pareja de pass-rushers del país. Juntar a Gregory Rousseau (54 placajes, 15’5 sacks, 1 pase defendido) y a Quincy Roche (49 tackles, 13 sacks, 19 tackles for loss) maximiza el arsenal defensivo de los Canes. Para añadir más carne al asador, llega -desde UCLA- Jaelan Phillips, que -junto al interesante jugador senior Jonathan Ford- formarán una línea defensiva implacable, junto a la doble R. En la secundaria habrá que prestar especial atención al dúo de CBs DJ Ivey y Al Blades, junto a los safeties Gurvan Hall y Bubba Bolden.
LO QUE JIMBO SE LLEVÓ: FLORIDA STATE SEMINOLES.
Sin lugar a dudas, la partida de Jimbo Fisher -como si de Rhett Butler se tratara- dejó a nuestra Scarlett O’Hara particular –FSU- en la más honda depresión. El programa de Tallahassee no ha sido el mismo desde que Fisher emprendiera su aventura al mando de Texas A&M. El ciclo Willie Taggart se saldó con un resultado deplorable y la gerencia ha optado por un nombre que ilusiona a la fanaticada seminole: Mike Norvell. Se aventura una reconstrucción -a largo plazo- por parte del genial ex entrenador de Memphis. Quizá los resultados no sean inmediatos, pero el camino de la recuperación del orgullo nole ya se ha iniciado.
Un huracán arrasó el inicio de la temporada en Tallahassee con la espectacular irrupción de Hank Bachmeier y la fantástica victoria de sus hordas de indómitos broncos. El segundo partido en casa contra una débil Louisiana-Monroe —a pesar de una agónica victoria en la prórroga- no contribuyó a templar los ánimos y el vestuario seminole se tornaba en un auténtico polvorín. La clara derrota en Charlottesville hacía presagiar que la era Taggart al frente de FSU era algo abocado a un rápido fin. Llegaron dos victorias balsámicas ante Louisville y North Carolina State, pero la paliza frente a Clemson recordaba a las huestes de Taggart cuál era su verdadero lugar. Wake Forest y Miami reforzaban esta posición de FSU con sus victorias, a pesar de que los Seminoles se impusieran a una muy debilitada Syracuse. La temporada regular se cerraba con dos victorias frente a Boston College y Alabama State, mas los Gators hundían a sus eternos rivales, en el manglar más cenagoso, con una aplastante victoria en Tallahassee. La derrota en la Sun Bowl ante Arizona State suponía el final de una aciaga campaña.
Mike Norvell y el nuevo Coordinador Ofensivo Kenny Dillingham (que fue OC y preparador de QBs en Auburn la pasada temporada) tienen una clara misión: reconstruir el ataque mejorando la paupérrima línea ofensiva de 2019. A partir de ahí, todo debiera mejorar, pero esa debe ser la base y la génesis de cualquier cambio -para bien-. El transfer, llegado desde FIU, Devonta Love-Taylor deberá engranar al grupo y ser el eje que dé sentido a este renacer de las trincheras ofensivas.
James Blackman (2339 yardas de pase, 17 TDs, 11 interceptaciones, una anotación terrestre) debe consolidar su esperanzadora temporada del pasado ejercicio, donde demostró que puede ser el hombre que lidere esa ofensiva tejida por Norvell. Lógicamente Blackman no es Brady White, pero -sin ningún tipo de duda- mejorará bajo la tutela del genio de Irving (Texas) y Dillingham, un especialista en desarrollar QBs.
Tamorrion Terry (1188 yardas, 9 anotaciones) lució muy bien y será el indiscutible referente de un muy interesante cuerpo de receptores. Las esperanzas de un despertar de los Seminoles pasarán por sus hábiles manos. D.J. Matthews (355 yardas, 3 TDs) deberá ser otra de las puntas de lanzas del ataque terrestre de FSU. Tre’Shaun Harrison y Keyshawn Helton completarán un cuerpo de receptores, que implementará sus estadísticas con la llegada del nuevo staff técnico. Por otro lado, existen grandes esperanzas en la evolución del tight end junior Camren McDonald.
Cam Akers fue la única nota positiva de los Seminoles el pasado ejercicio. A pesar de una voluble y porosa línea de ataque demostró de lo que es capaz -y eso que rindió al 60% de sus posibilidades-. En LA Rams, pronto será el referente terrestre y lo tiene todo para erigirse en uno de los corredores dominantes del futuro. Jashaun Corbin -tras su transfer desde Texas A&M- ha conseguido el consentimiento de la NCAA para jugar ya en 2020. Tras su lesión del pasado ejercicio, tendrá la oportunidad de demostrar todo lo que se le presuponía en 2019. Los esquemas de Norvell dan mucho valor al juego terrestre y Corbin tiene sobrado talento para aprovecharse de ellos. Khalan Laborn y Deonte Sheffield completarán un sólido y joven backfield.
La defensa de Memphis Tigers lució imperial, en 2019, y el máximo responsable de esta metamorfosis fue Adam Fuller, que llega a Tallahassee como nuevo Coordinador Defensivo. Diez titulares regresan esta temporada, pero deberán mejorar el desastroso nivel del pasado año. La zaga nole permitió 277 yardas aéreas por partido y fue la número 90 de la nación en yardas totales permitidas. No obstante, hay sobrado talento en este grupo defensivo, con líderes de la talla del excelso defensive tackle Marvin Wilson o el hábil safety Hamsah Nasirildeen. Tras su polémica -ya zanjada- con Norvell, Wilson (44 tackles, 5 sacks, 8’5 tackles for loss) será el referente del front seven. Marvin necesita estar al 100% físicamente para consolidarse en el indiscutible líder de la zaga. A su lado, deberán contribuir, en el pass rush, Cory Durden y Janarius Robinson. Por su parte, Emmett Rice será el linebacker más dominante, consolidando un impresionante grupo con Leonard Warner III y Amari Gainer.
La secundaria estará comandada por el brillante Hamsah Nasirildeen (101 placajes, 1 sack, 3 pases defendidos, 2 interceptaciones), que volverá a ser el máximo placador del equipo. El maravilloso CB Asante Samuel (48 tackles, 14 pases defendidos, 1 interceptación) será el otro gran referente de esta interesante secundaria.
SACK FICTION: PITTSBURGH PANTHERS.
La joya cinematográfica de Quentin Tarantino puede retratar a la perfección la temporada de los Panthers. Contradicciones, giros inesperados, futuro esperanzador y mucha, pero que mucha violencia. Jaylen Twyman y Patrick Jones –nuestros particulares Vincent Vega y Jules Winnfield- fueron los pastores y brazos ejecutores de Yaveh, repartiendo sacks a diestro y siniestro -nada más y nada menos que 19 capturas-.
El otro gran dato curioso y contradictorio es que Pittsburgh anotó el menor número de puntos por partido desde 1996, y, sin embargo, consiguió el mayor número de triunfos, igualando la temporada de 2009. El Coordinador Ofensivo Mark Whipple cambió la cara del ataque panther, dándole mayor lustre al juego aéreo sobre el terrestre. Si añadimos en la ecuación el maravilloso center Jimmy Morrissey –junto a una línea ofensiva que debe mejorar-, un ataque aéreo que lució a gran nivel, un ataque terrestre que -salvo el pasado ejercicio- suele ser muy potente y una defensa sencillamente colosal… nos sale un resultado con un luminoso color azul y amarillo. Pittsburgh puede crecer y debe hacerlo ya esta temporada.
El año se iniciaba con una dolorosa derrota ante los Cavaliers en un partido más reñido de lo que apunta el marcador (30-14). El camino de la victoria volvió a encontrarse ante los Bobcats, justo antes de rendir visita al Beaver Stadium, donde Pittsburgh puso contra las cuerdas a la todopoderosa Penn State. Cuatro victorias consecutivas -incluyendo un meritorio triunfo ante UCF- iniciaban un camino positivo de las mesnadas aleccionadas por Pat Narduzzi, aunque esta senda triunfante quedó cortada por un inesperado tropiezo ante una irregular Miami. La elegibilidad para una bowl quedaba asegurada con la fácil victoria ante Georgia Tech y un agónico triunfo -con overtime de por medio- frente a North Carolina. Las dos derrotas finales ante Virginia Tech y Boston College supusieron un simple preludio a la brillante victoria en la Quick Lane Bowl ante Eastern Michigan. Irregularidad, metamorfosis, ferocidad y esperanza fueron los ingredientes básicos de una campaña 2019.
El QB Kenny Pickett fue el mayor beneficiado de la transmutación del juego ofensivo orquestada por Whipple. Consiguió más de 3000 yardas de pase, aunque no fue muy efectivo en la zona más determinante del campo, pues solo consiguió 13 anotaciones por aire y dos por tierra. También deberá mejorar, en su temporada senior, la toma de decisiones, ya que fue interceptado en nueve ocasiones. Su final de temporada fue brillantísimo lanzando más de 300 yardas en tres de sus últimos cuatro partidos. Esta debe ser la temporada más determinante de Pickett. Nick Patti, un gran suplente, y el transfer Joey Yellen esperarán un fallo de Kenny.
El juego de carrera bajó considerablemente: de las 3191 yardas y 30 anotaciones -de 2018- se pasó a una vomitiva campaña de 1544 yardas y 11 TDs. Whipple tiene la misión de equiparar ambas facetas del juego ofensivo. En este sentido, la línea ofensiva deberá responder, ya que regresan cinco titulares del año pasado (incluyendo las estrellas Jimmy Morrissey y el guard Bryce Hargrove). El backfield retorno al completo, así que A.J. Davis (530 yardas, 4 anotaciones), Vincent Davis (314 yardas, 5 TDs) y Todd Sibley Jr. tendrán la oportunidad de mejorar sus pobres estadísticas de 2019.
El magnífico Maurice Ffrench ya busca un hueco en la imponente ofensiva de Andy Reid, así que el mando de las operaciones deberá ser gestionado por Taysir Mack (736 yardas, 3 anotaciones). Shocky Jacques-Louis (348 yardas, 2 TDs) también estará en el radar de Pickett. Y el prometedor TE Lucas Krull, que llega desde Florida, consolidará un potente juego por aire.
El pass rush de Pittsburgh puede ser considerado de un nivel NFL. Toda la línea vuelve, a excepción de Amir Watts. La presión al QB rival fue impresionante, destacando como agentes directos Jaylen Twyman (41 placajes, 10’5 sacks) y Patrick Jones II (42 tackles, 8’5 sacks), siendo bien acompañados por Deslin Alexandre (38 tackles, 5’5 sacks). Por si eso fuera poco, Rashad Weaver vuelve, tras su lesión de rodilla, y aportará aún más agresividad a esa feroz unidad.
El cuerpo de LBs baja un poco el nivel, aunque hay que resaltar que Phil Campbell, Cam Bright y Chase Pine brillarán más tras una línea tan espectacular. En la secundaria, Pittsburgh posee a dos de los safeties más atractivos de la competición: Paris Ford y Damar Hamlin. Tras la marcha de Dane Jackson, el CB Damarri Mathis deberá dar un paso al frente.
EL RENACIDO: BOSTON COLLEGE EAGLES.
El trampero Hugh Glass logró superar cualquier adversidad, salir vivo cuando todos lo daban por muerto y vengarse del odioso John Fitzgerald. Los Eagles, de la mano del magnífico ex-Coordinador Defensivo de Ohio State, Jeff Hafley, y del nuevo Coordinador Ofensivo Frank Cignetti, buscan dejar atrás una mediocre temporada, cicatrizar la herida de la pérdida del “hombre orquesta” A.J. Dillon y presentar sus credenciales a dar mucha guerra en la Atlantic Coast Conference.
La campaña se iniciaba con sendos triunfos ante Virginia Tech y Richmond, seguidos de una inesperada derrota ante Les Miles y sus pupilos. Rutgers fue una víctima muy asequible, aunque Wake Forest y Louisville hicieron hincar la rodilla a los de Massachussetts. El camino del triunfo llegaba con una fácil victoria frente a North Carolina State, aunque Clemson masacraba a los Eagles a domicilio. Nueva victoria frente a Syracuse, que continuaba con dos dolorosas derrotas ante Florida State y Notre Dame. El viaje a una bowl se jugaba en Pittsburgh e -inesperadamente- Boston College ganaba y lograba un billete para la Birmingham Bowl, donde los Bearcats desplumaban a unas inoperantes águilas.
El puesto de QB está muy abierto y su ocupante saldrá de la contienda entre Dennis Grosel y el prometedor Phil Jurkovec -que llega de Notre Dame-, tras la salida de Anthony Brown, que ya está bajo las órdenes de Mario Cristobal. Grisel solo completó el 48% de sus pases, logrando 983 yardas, 9 anotaciones y sufriendo 3 interceptaciones. Por tanto, quizá el referente del excelente preparador de QBs, Cignetti (ex de Packers, Rams y Steelers) sea Jurkovec, que arriba a Newton con la vitola de súper recluta, con un físico espectacular, un brazo poderoso y una gran capacidad para correr. Su salida de los Figthing Irish ha sido una de las notas más sorprendentes de la offseason.
La línea ofensiva tiene que ser uno de los puntales del nuevo equipo de Hafley. Regresan tres titulares y todo girará en torno a dos impresionantes linieros: el center Alec Lindstrom y el tackle Ben Petrula. La guardia pretoriana eagle lució espectacular, siendo la cuarta de la nación en otorgar menos sacks a las defensas rivales y permitiendo el lucimiento de esa bestia llamada A.J. Dillon.
Tener a Dillon como referente ofensivo, dejaba poco espacio de actuación para el ataque por aire. No obstante, tres hombres se erigen como los estiletes aéreos de la nueva unidad comandada por Cignetti: el WR sophomore Zay Flowers (341 yardas, 3 anotaciones), el receptor Kobay White (460 yardas, 5 TDs) y el experimentado y productivo TE Hunter Long (509 yardas, 2 TDs).
La era Dillon ha acabado, debe iniciarse la etapa David Bailey (844 yardas, 7 anotaciones). El corredor junior ya maravilló el pasado ejercicio con espectaculares actuaciones ante North Carolina State o Syracuse y deberá ser el power horse que domine el emparrillado. Travis Levy será un hábil y rápido contrapunto a Bailey, que aunará yardas tras recepción.
Hafley tiene que reconstruir la zaga, tras un deplorable año 2019. Una defensa tan férrea y agresiva permitió más de 6000 yardas totales -quedando la última de la ACC- y dejándose anotar 32 puntos por partido. Hafley convirtió la defensa de los Buckeyes en élite, sirviendo como DC en la etapa Ryan Day, así que la mejora de los eagles está asegurada. A su lado, ejercerá como Defensive Coordinator, el competente Tem Lubaku, que ha sido entrenador de LBs de Mississippi State y de Cincinnati Bengals.
La mejor unidad será, sin duda, la de linebackers, manteniendo a los espectaculares Max Richardson (108 tackles, 3’5 sacks) y a John Lamot (77 placajes, 1 captura). El pass rush de Boston College fue muy poco productivo y el tándem Hafley-Lubaku tiene una ingente tarea por delante. Los nombres que deberán dar un salto de calidad en este grupo serán los de Brandon Barlow, Marcus Valdez y TJ Rayam. Por último, tres de los cuatro titulares de la secundaria regresarán, siendo el safety senior Mike Palmer (76 tackles, 3 pases defendidos, 2 interceptaciones) el líder de este cuerpo.
EL PADRINO: NORTH CAROLINA TAR HEELS.
Mack Brown llegó sin hacer ruido y rápidamente se convirtió en el Vito Corleone de Chapel Hill. Resucitó, por completo, a un programa a la deriva, compitió hasta el final en cada partido, cambió la mentalidad de unos jugadores perdedores, se sacó de la chistera a un QB freshman que está destinado a ser muy grande y consolidó uno de los mejores recruitings de la última década. Señoras y señores, -como diría el jefe del clan Corleone- les haremos una oferta que no podrán rechazar: apuesten, en 2020, por los Tar Heels. Este programa está muy, pero que muy vivo.
La temporada comenzó de la mejor manera posible, con una meritoria y sufrida victoria 24-20, ante el gran rival: South Carolina. Llegaba, en la segunda jornada, un equipo con muchas dudas -los Hurricanes- y los de Brown hicieron zozobrar más a las huestes aleccionadas por Manny Díaz. Las siguientes fueron tres derrotas consecutivas, pero consistieron en partidos en los que los Tar Heels compitieron hasta el final y solo se ahogaron a escasos metros de la orilla de la victoria. Así, ocurrió con Wake Forest, Appalachian State y el casi upset ante Clemson. Georgia Tech pagó los platos rotos y North Carolina conquistó el mítico y centenario Bobby Dodd Stadium.
La week 8 trajo consigo el mejor partido de la temporada en la ACC y un encuentro que pasará a los anales de la historia del College: North Carolina caía 41-43 ante Virginia Tech tras… seis prórrogas. Otro vibrante partido se vivió en la jornada 8 frente a Duke y esta vez la fortuna cayó del lado tar heel. Siguieron dos derrotas consecutivas ante Virginia y Pittsburgh, en las que los pupilos de Brown bien pudieron sumar sendos triunfos. La liga regular se cerró con palizas ante Mercer y North Carolina State, que supusieron un viaje a la Military Bowl, donde North Carolina masacró 55-13 a Temple. Grandes esperanzas, un equipo que enamora, un Sam Howell que tiene un techo altísimo y un zorro plateado que se las sabe todas… Apunten el hashtag de moda #TarHeelTime.
Que tu equipo anote 129 puntos más que la anterior campaña y que finalice el duodécimo en yardas totales de toda la nación debe ser excitante, más cuando la flor y nata del ataque regresa para 2020. Sabíamos que Mack Brown era un prestidigitador, pero no que iba a llevar a cabo su magia tan pronto.
Sam Howell realizó una temporada freshman sencillamente colosal: 3641 yardas de pase, 38 anotaciones, 7 interceptaciones y un TD terrestre. Sam deberá mantenerse sano, ser un poco más maduro en momentos críticos, no tomar decisiones precipitadas, minimizar sus turnovers, mejorar su confianza en sus armas aéreas -que regresarán- y podrá ser considerado uno de los mariscales de campo más exuberantes de toda la competición. El siguiente gran QB del programa llegará en 2021, pues North Carolina se ha asegurado los servicios de la estrella emergente Drake Maye.
El prometedor left tackle Charlie Heck fue seleccionado por Houston Texans, pero el resto de la guardia pretoriana de Howell regresa y prometen mejorar sus resultados. En este sentido, las dos joyas de esta línea ofensiva son Jordan Tucker y Marcus MeKethan.
Los receptores principales y el más efectivo ala cerrada vuelven al emparrillado del Kenan Memorial Stadium. Dynami Brown fue un receptor -nunca mejor dicho- dinámico y resolutivo, promediando casi 20 yardas por recepción, completando 1034 yardas y anotando 12 TDs. Dazz Newsome aportó 72 recepciones, 1018 yardas y 10 anotaciones. El trío de grandes estiletes aéreos se completa con Beau Corrales (575 yardas, 6 TDs). Mención aparte merece el TE Garrett Walston que seguro mejora sus réditos de cara a la próxima campaña. Por si este cuerpo no fuera potente, los Tar Heels contarán con Josh Downs, uno de los mejores reclutas de la nación.
El comité formado por los corredores Michael Carter (1003 yardas, 3 anotaciones) y Javonte Williams (933 yardas, 5 TDs) volverán, aunque deberá ser más productivo en cuanto anotaciones y transmutar esas ingentes yardas terrestres en puntos para el equipo.
Un salto de calidad de la defensa debiera hacer a las hordas de Mack Brown aspirar a todo. La labor el pasado ejercicio fue buena, finalizando sexta en las estadísticas totales de la ACC, aunque hace falta ese plus. Chazz Surratt (115 tackles, 6’5 sacks, 3 pases defendidos y 1 interceptación) volverá a ser el adalid de la unidad defensiva. Surratt llegó a Chapel Hill como un eficiente pasador, cambió su posición y se ha convertido en uno de los linebackers más dominantes de la nación. Estará bien acompañado por el LB senior Tomon Fox (41 placajes, 6’5 sacks, 1 interceptación) y el LB junior Jeremiah Gemmel (84 tackles, 2’5 sacks, 2 pases defendidos).
Las mayores dudas vienen de la línea defensiva, donde las bajas de Jason Strowbridge y Aaron Crawford pueden hacer mucho daño. Así que nombres como los de Tomari Fox, Jalil Taylor o Raymond Vohasek deben intentar hacer olvidar a Strowbridge y Crawford. La secundaria tuvo sus luces y sus sombras, teniendo sus momentos más iridiscentes en el puesto de cornerback, gracias a la espectacular labor de Storm Duck. Otros agentes a tener presentes serán Trey Morrison o Myles Wolfolk.
UNA NARANJA QUE NO FUE MECÁNICA: SYRACUSE ORANGE.
Muchos esperaban -tal y como hiciera Stanley Kubrick con el estreno de su polémica película en 1971- que el programa naranja revolucionara el panorama futbolístico de la Atlantic Coast. El cóctel, que tenía como ingredientes fundamentales al Head Coach Dino Babers, al prometedor QB Tommy DeVito y a una firme y dura defensa, fracasó estrepitosamente desde el inicio de la campaña, dejando atrás ese halo de esperanza que había llevado al programa de Siracusa a erigirse en el máximo contrincante de Clemson. La paliza en Maryland hizo ver que el Orange tiene que implementar muchísimos aspectos: Babers no reaccionó y dejó ver sus enormes carencias como técnico, poniendo en cuestión que sea el idóneo para reverdecer viejos laureles; Tommy DeVito es solo un proyecto de jugador y está a años luz de convertirse en ese mariscal de campo que se presuponía que podía ser, además se vio muy solo por momentos; la línea ofensiva rindió a un nivel muy mediocre… En definitiva, Syracuse -al igual que otros programas como Nebraska– fue víctima del llamado y peligroso hype.
El año comenzaba muy bien con una sólida victoria ante uno de los programas que hicieron mejor campaña en 2019, Liberty Flames. A partir de ahí, la decepción, la cura de humildad y el completo naufragio. Maryland exprimía unas cándidas naranjas e inauguraba el festival del zumo de cítricos: el resultado (63-20) lo dice todo. Sin tiempo de reacción, Clemson visitaba el Carrier Dome y abría en canal la herida iniciada por los Terrapins. Las sencillas victorias frente a Western Michigan y Holy Cross podían presuponer que Babers redimiría una nave sin rumbo, pero fue tan solo una quimera. Syracuse sufría cuatro derrotas consecutivas ante North Carolina State, Pittsburgh, Florida State y Boston College. Para terminar la temporada, la fanaticada orange tuvo un pequeño bálsamo reparador, alternando victorias ante Duke y Wake Forest con una derrota frente a Louisville.
Tommy DeVito (2360 yardas, 19 TDs, 5 interceptaciones, 122 yardas terrestres, 2 anotaciones) no cumplió las expectativas que estaban puestas en él. Fue muy intermitente, dejó evidencias de que aún tiene mucho que mejorar, tomó muchas decisiones erróneas, pero -si bien es cierto- que no estuvo bien rodeado. Steven Gilbert, nuevo Coordinador Ofensivo, tiene una ingente misión por delante: reconducir la carrera de DeVito. Nadie puede negar el talento y el brazo de Tommy. Por el bien de su futuro, Gilbert debe implementar esa línea ofensiva y darle muchas más armas. Rex Culpepper es un fantástico pasador, que podría aprovecharse de un desplome de DeVito.
La línea ofensiva estuvo en consonancia con la mediocridad general del equipo. Cuatro titulares regresan, entre ellos los interesantes tackles Airon Servais y Matthew Bergeron, aunque hay mucho que mejorar, pues la línea fue la tercera peor de toda la competición en sacks permitidos.
El cuerpo de receptores sufrirá la baja del talentoso Trishton Jackson (1023 yardas, 11 TDs), así que el mando de las operaciones deberá ser asumido por Taj Harris (559 yardas, 2 anotaciones) y Nykeim Johnson. La tripleta de alas cerradas, formada por Aaron Hackett (205 yardas, 6 TDs), Luke Benson (176 yardas, 3 anotaciones) y Chris Elmore (magnífico bloqueador), también entrarán de lleno en la pelea por acumular yardas por aire.
El juego terrestre mejoró mucho en la segunda mitad de la temporada y esa debe ser la misión de esta unidad: continuar esa tendencia positiva. Moe Neal, líder indiscutible por tierra, ya no está, así que las labores en el backfield se encomendarán a un buen dúo formado por Jarveon Howard (337 yardas, 3 anotaciones) y Abdul Adams (336 yardas, 3 TDs). Las patadas volverán a ser encomendadas al magnífico kicker Andre Szmyt.
La defensa orange se estrelló en 2019, pasando de ser la segunda mejor, en 2018, a convertirse en la peor zaga de la ACC (concedió 30 o más puntos en siete de los once últimos encuentros del año). La defensa contra la carrera fue un completo desastre, permitiendo más de 200 yardas por partido. El grupo sufre las pérdidas de los edges Kendall Coleman y Alton Robinson -que ya lucen en NFL-, así como del líder en placajes, el LB Lakeim Williams. El DE senior Josh Black (39 tackles, 4 sacks, 2 pases defendidos) y el recuperado de una lesión de pie, McKinley Williams, deberán ser los responsables de morder en la línea. Junto a la baja de Williams, la unidad de LBs también pierde a Andrew Armstrong, así que se espera una mejora de rendimiento en los prometedores Mikel Jones (38 placajes, 0’5 sacks, 1 pase defendido) y Tyrell Richards.
La secundaria tiene mejor pinta gracias al extraordinario safety junior Andre Cisco, que cuajó una temporada 2019 sobresaliente: 65 placajes, 5 pases defendidos, 5 interceptaciones. Ifeatu Melifonwu (20 tackles, 7 pases defendidos, 2 interceptaciones) es un altísimo CB que puede ser uno de los grandes tapados en el puesto para 2020. Por último, Eric Coley (48 placajes, 2 pases defendidos, 1 interceptación) pone el broche de oro a una magnífica unidad.
EN BUSCA DEL QUARTERBACK PERDIDO: DUKE BLUE DEVILS.
En Durham (Carolina del Norte), la sombra de Daniel Jones sigue siendo muy alargada y andan -como el indómito Indiana Jones- en busca de su “arca perdida” particular en el puesto de QB. La solución parece haber llegado desde el coloso del sur, en la figura del prometedor Chase Brice. Brice quiere labrarse un nombre de oro dentro de la conferencia y hacer ver a Dabo Swinney que se equivocó no confiando en él. Lo único claro es que el ataque de los Blue Devils, en 2019, fue desastroso, finalizando en el puesto 94 en puntos por partido y siendo los 114 en estadísticas ofensivas totales. ¿Será Chase Brice la solución?
2019 comenzaba de la manera más compleja: recibiendo la visita de la “marea carmesí” y, lógicamente, los diablos azules salieron pintados de rojo escarlata. Sobrevinieron tres interesantes victorias consecutivas: North Carolina A&T, Middle Tennessee y un sorprendente triunfo ante Virginia Tech. La derrota frente a Pittsburgh y la victoria ante unos Yellow Jackets en completa reconstrucción entraban dentro de lo esperado. De ahí, al óbito: Duke sufría cinco penosas derrotas ante Virginia, North Carolina, Notre Dame, Syracuse y Wake Forest. La última victoria ante “The U” suponía una alegría final para la parroquia blue devil.
David Cutcliffe, Head Coach de Duke, debe tomar una decisión. Lo más sensato y racional es apostar por el chico que tiene el mayor upside, Chase Brice, que llega con la estela de ser el idóneo para el puesto. Sin ningún tipo de dudas, su techo es enorme. Chris Katrenick ya estuvo al mando de las operaciones, para dar descanso a Quentin Harris, pero sus números dejan un poco fríos. Así que la duda, para Cutcliffe, será Brice o Katrenick. Desde Coollege, siempre apostamos por el talento y creemos que Chase debiera tener su oportunidad.
La línea ofensiva, a pesar de lo que indican las estadísticas, no estuvo tan mal ni en pass protection ni en el ataque terrestre. Ahora bien, Brice no es tan corredor -como lo era Harris- y necesitará de más tiempo para pensar. Cuatro titulares regresan -dos de los cuales eran freshmen y mejorarán sus prestaciones- y llega, desde Stanford, el antiguo recluta cuatro estrellas Devery Henderson.
El líder en yardas terrestres, Deon Jackson (641 yardas, 6 anotaciones), regresa para su año senior y será el encargado de asumir el mayor número de acarreos. Mataeo Durant (461 yardas, 1 TD) será el corredor número 2 y consolidará un buen cuerpo terrestre, a pesar de las bajas del QB Quentin Harris y del transferido a UCLA, Brittain Brown.
La unidad aérea fue lo peor del equipo el pasado ejercicio. Quizá, con Brice, asistamos a la resurrección de este grupo. Los hombres que pueden establecer una rápida conexión con Chase serán el brillante TE Noah Gray (392 yardas, 3 anotaciones) o los receptores Jalon Calhoun (420 yardas, 4 TDs) y Scott Bracey (270 yardas, 2 TDs).
La defensa compaginó grandes momentos con otros menos espectaculares y fue mucho más atractiva que la parcela ofensiva. El pass rush estuvo a un grandísimo nivel, con dos jugadores descomunales: el senior Victor Dimukeje (41 placajes, 8’5 sacks, 1 pase defendido) y el junior Chris Rumph II (47 tackles, 6’5 sacks, 3 pases defendidos). La pérdida del LB Koby Quansah -líder en tackles del equipo- sí será un enorme problema, así que habrá que apostar por el talento joven, con nombres muy prometedores como Shaka Heyward (68 tackles, 3’5 sacks, 1 interceptación) o Brandon Hill.
Los dos safeties titulares vuelven y esa buena nueva causa furor en Durham. Marquis Waters (73 placajes, 7 pases defendidos, 2 interceptaciones) y Michael Carter II (53 tackles, 0’5 sacks, 7 pases defendidos, 1 interceptación) serán los adalides de una secundaria, en la que los CBs Leonard Johnson y Josh Blackwell también tendrán mucho que decir.
BAILANDO CON LOBOS: NORTH CAROLINA WOLFPACK.
Kevin Costner y su personaje, el eterno Teniente John. J. Dunbar, se mimetizan con los Sioux en su aclamada película de 1990. Dunbar es bautizado por su tribu como “Danza con lobos”, por su amistad con el lobo “Calcetines”. Los Wolfpack de 2019 fueron más domésticos y menos peligrosos que el venerable “Calcetines”, pues finalizaron el año en los últimos puestos de la conferencia tanto en anotación como en estadísticas ofensivas totales. Lejos quedaron aquellos años en que North Carolina State superaba, con creces, las 5000 yardas totales y se presentaban como candidatos a todo dentro de la ACC. Tras anotar 28 puntos o más en 9 de los últimos 12 partidos de 2017 y 2018, la victoria 34-23 sobre Ball State fue el único, de los 10 últimos encuentros, en el que el programa sito en Raleigh (North Carolina) superaría los 26 puntos. Toca reconstrucción para Dave Doeren y su staff técnico.
La campaña se inauguraba con visos de optimismo tras las claras victorias ante East Carolina y Western Carolina. Sin embargo, las primeras alertas saltaban con una abultada derrota 44-27 frente a West Virginia. Ante Ball State se volvía a la senda de la victoria… y de los puntos. A partir de ahí, 7 derrotas (Florida State, Boston College, Wake Forest, Clemson, Louisville, Georgia Tech y North Carolina) y tan solo una victoria ante una devaluada Syracuse. Las seis últimas derrotas consecutivas dejaban una sensación de proyecto acabado y a la deriva. No obstante, la gerencia ha decidido seguir apostando por Doeren. Esperemos que la manada de lobos vuelva a rugir.
Devin Leary (1219 yardas, 8 anotaciones, 5 interceptaciones) realizó una interesante temporada freshman, en la que terminó ganándose la titularidad. Tras el transfer del QB Matt McKay –titular al inicio del año- a Montana State, Leary debe ser el elegido para iniciar el año. No obstante, el mariscal de campo freshman Ben Finley puede dar mucha guerra.
La línea ofensiva no estuvo nada mal en protección de pase y en ayuda al juego de carrera. Precisamente, por ahí, no vinieron los problemas de anotación. El guard titular Josh Fedd-Jackson ha entrado en el transfer portal, pero el resto de elementos de la guardia pretoriana regresarán.
El cuerpo de corredores es muy joven y con una proyección enorme, siendo la joya de la corona el impresionante sophomore Zonovan Knight, que lideró al equipo con 745 yardas y cinco anotaciones. Jordan Houston (526 yardas, 2 TDs) y Ricky Person Jr. (229 yardas, 3 TDs) también deberán aportar mucho en el engranaje terrestre.
La unidad de receptores solo tendrá la sensible baja de Tabari Hines, teniendo que asumir el liderazgo el receptor senior Emeka Emezie (576 yardas, 2 anotaciones). El altísimo receptor Devin Carter (456 yardas) y el ágil y rápido slot Thayer Thomas (334 yardas, 3 TDs) contribuirán mucho. Mención aparte merece la estrella del equipo, el All-ACC TE Cary Angeline (379 yardas, 5 TDs).
La zaga wolfpack colapsó por aire, presentando buenos réditos contra la carrera y en el pass rush. El LB Brock Miller optó por seguir su carrera universitaria en Boise, pero Louis Acceus (49 placajes, 4’5 capturas), Payton Wilson (69 tackles, 3 pases defendidos, 1 interceptación) e Isaiah Moore (53 tackles, 2 sacks) consolidan un férreo grupo de linebackers. La línea defensiva presentará más problemas tras la pérdida del productivo Larrell Muchison, aunque la llegada -desde Penn State- de Daniel Joseph genera algo de esperanza en la hinchada de Raleigh. Joseph deberá formar un buen equipo con Ibrahim Ante, Ali McNeill y el antiguo JUCO Val Martin.
La secundaria será, sin duda, la unidad más fuerte, gracias al espectacular safety Tanner Ingle (69 placajes, 0’5 sacks, 4 pases defendidos), que aunará esfuerzos con el veterano CB Chris Ingram (32 tackles, 3 pases defendidos, 2 interceptaciones). Las pérdidas del CB Kishawn Miller y del safety Jarius Morehead serán un quebradero de cabeza para el Coordinador Defensivo Tony Gibson.
EL SILENCIO DE LAS ABEJAS: GEORGIA TECH YELLOW JACKETS.
Al igual que el mediático Hannibal Lecter y su aprendiz, el histérico y despiadado Buffalo Bill, el entrenador Geoff Collins y su Coordinador Ofensivo Dave Patenaude están llevando la reconstrucción del programa sito en la ciudad de Atlanta. El cambio se tornaba radical, pasar de unos esquemas dominados por la triple option del venerable y casi mítico Paul Johnson, convencer a los reclutas de jugar en Georgia Tech y cambiar esa dinámica de equipo perdedor se antojaba complicado. Pero Collins está logrando lo inimaginable y en un tiempo récord. Geoff se ha implicado en cuerpo y alma en el equipo y en la ciudad, y exhala orgullo yellow jacket por los cuatro costados. Poco a poco, sin llamar la atención, las abejas se están reuniendo y juntas formarán un enjambre, que ¡cuidado! puede aguijonear a muchos equipos. Como dice el eslogan del programa: #TogetherWeSwarm (#JuntosFormamosUnEnjambre).
Solo tres victorias en 2019 podrían calificar la temporada de auténtico desastre, pero la herencia que Geoff Collins recibió de Paul Johnson estaba envenenada y tocaba empezar de cero. Se perdieron 5 de los 6 primeros encuentros (Clemson, Citadel, Temple, North Carolina y Duke) con solo una sufrida victoria ante South Florida. El polémico triunfo en Miami fue celebrado como un título, a pesar de las siguientes tres derrotas consecutivas frente a Pittsburgh, Virginia y Virginia Tech. La victoria ante North Carolina State y la paliza frente al archirrival Georgia cerraron la temporada.
El ataque tenía que librarse de la rémora de los esquemas de Paul Johnson, y Geoff Collins no pudo hacer magia, así que los Yellow Jackets terminaron los últimos de la nación en productividad en red zone, los 125 en intentos de terceros downs y promediaron unas escuetas 286 yardas y 16’7 puntos por partido.
Parece ser que Collins ha encontrado a su QB: el sophomore James Graham. Graham es un dual threat, que pagó la ineficiencia del ataque, completando solo el 45% de sus intentos de pase, logró 1164 yardas, 12 TDs y sufrió siete interceptaciones. James corre bien, pero tiene que mejorar su juego bajo presión, ser más efectivo en la zona importante del campo y madurar. Collins y Patenaude serán sus mejores mentores.
La línea ofensiva hizo la guerra por su cuenta y fue de todo menos una unidad. Hay mucho talento, así lo demuestran jugadores tan interesantes como los guards Ryan Johnson y Jack DeFoor. Por tanto, se antoja decisivo que el grupo juegue como tal.
El juego de carrera siempre ha sido decisivo en todos los equipos que ha entrenado Geoff Collins. El entrenador nacido en Conyers (Georgia) puede estar de enhorabuena, ya que Jordan Mason (899 yardas, 7 TDs) y Jamious Griffin (125 yardas) formarán un dúo letal. Por si esto fuera poco, la afición yellow jacket está muy ilusionado, ya que la estrella de High School Jahmyr Gibbs prefirió correr en el vetusto Bobby Dodd Stadium por encima de programas mucho más competitivos como Ohio State o Florida. Gibbs aportará más pronto que tarde en el emparrillado.
El eslabón más débil de la cadena ofensiva es, sin duda, el sistema aéreo. Todos los receptores de los Yellow Jackets sumaron la patética cifra de 1607 yardas y 14 anotaciones, números inasumibles para competir en una Power 5. Quizá el mejor receptor de esta unidad sea Ahmarean Brown, que despuntó en su temporada freshman con 396 yardas y 7 TDs.
La defensa estuvo patética y ahí Geoff Collins no tiene ninguna excusa. Fue última de la ACC en tackles for loss y sacks, permitiendo 432 yardas totales y 32 puntos por partido. Es cierto que la zaga es muy joven, pero se requiere un cambio completamente radical. En la línea se espera el resurgir de Antonneous Clayton y que el veterano Kelton Dawson rinda a su nivel habitual.
La unidad más fuerte es el cuerpo de LBs, donde David Curry (97 tackles, 2 sacks, 3 pases defendidos, 1 interceptación) brilló con luz propia. Junto a él, deberán consolidarse los juniors Charlie Thomas (65 placajes, 2 sacks, 2 pases defendidos) y Quez Jackson (49 tackles, 2 pases defendidos). La secundaria tiene algunos jugadores sobresalientes, pero tiene que implementar como conjunto. Tre Swilling puede ser considerado uno de los mejores CBs de cobertura de toda la ACC y el safety Tariq Carpenter (62 tackles, 5 pases defendidos, 1 interceptación) volverá a ser una máquina de placar.
MVPS ACC.
Los jugadores más importantes en la ACC fueron:
- Trevor Lawrence QB (Sophomore, Clemson Tigers): 268 pases completados (65’8%), 3665 yardas, 36 TDs, 8 Interceptaciones, 563 yardas de carrera, 9 anotaciones.
- Isaiah Simmons LB (Junior, Clemson Tigers): 104 tackles (67 solo, 37 asistidos), 8 sacks, 16’5 tackles for loss, 3 interceptaciones. “ACC Defensive Player of the Year”.
- A.J. Dillon RB (Junior, Boston College Eagles): 1605 yardas terrestres, 14 TDs de carrera, 5’3 yardas por acarreo, 195 yardas aéreas, 1 TD de recepción.
- Travis Etienne RB (Junior, Clemson Tigers): 1614 yardas terrestres, 19 TDs de carrera, 7’8 yardas por acarreo, 432 yardas aéreas, 4 TDs de recepción. “ACC Offensive Player of the Year”.
- Bryce Perkins QB (Senior, Virginia Cavaliers): 319 pases completados (64’4%), 3530 yardas, 22 TDs, 12 Interceptaciones, 769 yardas de carrera, 11 anotaciones.
MEJOR JUGADOR OFENSIVO: Travis Etienne (RB Clemson Tigers).
MEJOR JUGADOR DEFENSIVO: Isaiah Simmons (LB Clemson Tigers).
MEJOR JUGADOR FRESHMAN: EX AEQUO – Sam Howell (QB North Carolina Tar Heels) y Gregory Rousseau (DE Miami Hurricanes).
MEJOR PARTIDO DE LA TEMPORADA: North Carolina Tar Heels at Virginia Tech Hokies (41-43) 6 OT Week 8 – 19 de octubre.