Desde Coollege y Spanish Bowl, proseguimos con nuestros artículos que resumen la temporada 2019 en College Football. En esta nueva entrega, nos dirigimos a las regiones centro y nordeste del país para disfrutar de la más tradicional de las conferencias colegiales: la B1G Ten. Una competición ancestral, con predomino de las trincheras defensivas y ofensivas, con una preponderancia del juego de carrera y con algunos de los programas, tradiciones y mascotas más clásicos de toda la competición.
Entramos en un auténtico escenario bélico, los combates cuerpo a cuerpo dominan, férreos y agresivos sistemas defensivos iluminan el panorama, climas intempestivos, garra, esfuerzo, solidaridad, entrega… Bienvenidos al football más vetusto, regresamos a los inicios, a lo primigenio… Tradición, trincheras y defensa. Toca saborear los cánones más conservadores del deporte del ovoide. ¡B1G Ten Conference!
TEMPORADA 2019
Campeón: OHIO STATE BUCKEYES
Subcampeón: WISCONSIN BADGERS
ADN
La B1G Ten Conference es la más antigua de todas las conferencias que integran la División I. Se originó en 1896 y estuvo formada, en un principio, por la Western Conference y la Big Nine Conference. Su centro de operaciones se sitúa en la localidad de Rosement (Illinois), siendo su actual Comisionado, Kevin Warren.
Los miembros fundadores de la conferencia fueron Purdue, Illinois, Michigan, Minnesota, Northwestern y Wisconsin. Indiana e Iowa se unieron en 1899. Ohio State se sumaría en 1912 y Michigan State, allá por la década de los 50. Penn State entraría en 1990; Nebraska, en 2011; y Rutgers y Maryland, en 2014.
Un dato muy curioso de esta conferencia es que 12 de las 14 universidades miembros tienen más de 30.000 estudiantes (todas salvo Northwestern y Nebraska). Además, son universidades de carácter público, salvo Northwestern. Sumando todo el alumnado de las universidades integrantes de la B1G Ten alcanzaríamos los 520.000 estudiantes, habiendo pasado por sus aulas unos 5’7 millones, desde los albores de estos organismos universitarios.
Los claros ingredientes en el emparrillado de la B1G serían un predominio del juego defensivo, importancia decisiva del juego terrestre, auténticos ambientazos de público, climas severos, tradiciones con gran abolengo, así como algunas de las rivalidades más antiguas y enconadas del panorama colegial.
Hablar de la B1G Ten supone centrar nuestra mirada en algunos de los encuentros más esperados de cada temporada. Es, sin duda, la conferencia top en rivalidades. Algunas de las más destacadas son:
- The Game: Ohio State Vs. Michigan. Sin duda, una de las más grandes rivalidades de todos los deportes y que se titula de manera simple: “El partido” –sobran las palabras-. Se remonta a 1897 y enfrenta a dos programas que, geográficamente, se encuentran muy cercanos Los Wolverines aventajan en el récord histórico, pero, en los últimos años, la victoria suele caer del lado de los Buckeyes.
- The Paul Bunyan Trophy: Michigan Vs. Michigan State. El gran derbi estatal, un partido que enfrenta al hermano pequeño frente al hermano mayor. Sangre, sudor y lágrimas han de derramar los jugadores de ambos equipos para triunfar en East Lansing o Ann Arbor.
- Paul Bunyan’s Axe: Minnesota Vs. Wisconsin. Uno de las más ancestrales batallas, la más importante de la Big Ten West. Una rivalidad que data de 1890 y en la que se juegan el célebre hacha y, sobre todo, el honor de derrotar al máximo rival.
- Ohio State Vs. Michigan State. Otra de las grandes rivalidades de la conferencia, aunque últimamente la superioridad de Ohio State es simplemente aplastante.
- The Heroes Trophy: Iowa Vs. Nebraska. Maravillosa rivalidad que se inició allá por 1890. Duelo que se avivó -aún más- con la entrada, en la B1G, del programa sito en Lincoln en 2011. Históricamente los Cornhuskers llevan un claro dominio, aunque los Hawkeyes se han consolidado como un mejor programa en la última década. Para recordar fue la victoria de Iowa en Lincoln (2013), tras 70 años de derrotas.
- Ohio State Vs. Penn State. A pesar de que los Nittany Lions no poseen una especial rivalidad con ningún programa de la B1G, los últimos años nos han dejado grandes enfrentamientos entre los de Columbus y el programa ubicado en State College. Sin duda, jugar en el Beaver Stadium es una de las situaciones más duras a las que se tiene que enfrentar un deportista.
- Land of Lincoln Trophy: Northwestern Vs. Illinois. El orgullo de Illinois y, por ende, de la Windy City se pone en juego en este clásico enfrentamiento.
- Rutgers Vs. Penn State. Dos horas separan ambos campus. Es una rivalidad cuyos albores datan de 1918. Con la entrada de Rutgers en la B1G Ten, el duelo entre los Scarlet Knights y los Nittany Lions va camino de erigirse en uno de los clásicos de la conferencia.
- The Old Oaken Bucket: Indiana Vs. Purdue. El duelo de Indiana es otro de los clásicos más vetustos de la competición. Una enconada rivalidad que data de 1891 y que se juega anualmente desde 1920. ¿Boilermakers o Hoosiers?
- Notre Dame Vs. Michigan. A pesar de que los Fighting Irish no pertenezcan a esta conferencia, hablar de rivalidades en la B1G entraña mencionar el odio existente entre Michigan y Notre Dame. Esta es una de las rivalidades más fuertes de todo el ámbito colegial, pues enfrenta a dos de los programas más laureados. La inquina es tal, que el propio programa de Ann Arbor llegó a boicotear la entrada de la universidad sita en South Bend a la Western Conference (predecesora de la B1G Ten). Tras la apabullante victoria de Michigan el pasado ejercicio, ambos equipos no se volverán a enfrentar hasta 2033.
- Otros partidos de gran rivalidad y que datan de fines del siglo XIX serían el clásico “Little Brown”, partido que enfrenta a Michigan Vs. Iowa (1892); Iowa Vs Minnesota (1891); Wisconsin Vs. Iowa (1894) o Illinois Vs. Purdue (1890).
Uno de los mayores acicates del triunfo en esta conferencia -aunque Ohio State en los últimos años está participando regularmente en los FBS Playoffs- es la participación en una de las mejores bowls: la celebérrima Rose Bowl, que enfrenta al campeón de la Pac-12 con el equipo ganador de la B1G Ten, salvo excepciones.
En la B1G Ten Conference compiten catorce programas futbolísticos, agrupados en dos divisiones:
- 1) EAST: Ohio State Bukeyes (13-1); 2) Penn State Nittany Lions (11-2); 3) Michigan Wolverines (9-4); 4) Indiana Hoosiers (8-5); 5) Michigan State Spartans (7-6); 6) Maryland Terrapins (3-9); 7) Rutgers Scarlet Knights (2-10).
- 2) WEST: Wisconsin Badgers (10-4); 2) Minnesota Golden Gophers (11-2); 3) Iowa Hawkeyes (10-3); 4) Illinois Fighting Illini (6-7); 5) Purdue Boilermakers (4-8); 6) Nebraska Cornhuskers (5-7); 7) Northwestern Wildcats (3-9).
Nos hallamos ante la decana de las conferencias del fútbol colegial. Por tanto, realizaremos un repaso de la temporada 2019, permitiéndonos la licencia de establecer un claro símil entre cada vetusto programa y uno de los grandes clásicos de la Literatura Universal. Como dice el acervo tradicional, “átense bien los machos”, entramos en un coto especializado en esquemas defensivos, capturas, placajes y yardas terrestres. Sean bienvenidos a la más egregia, ínclita e insigne conferencia: esto es Territorio B1G Ten.
GRANDES ESPERANZAS: OHIO STATE BUCKEYES.
Exactamente el título de la novela de Charles Dickens es el axioma que domina en Columbus. Tras varios años quedándose a las puertas, las huestes dirigidas por Ryan Day aspiran a todo en 2020 y se erigen en uno de los programas más importantes de todo el panorama colegial.
El camino conferencial en 2019 fue un auténtico paseo, destrozando a rivales a su paso. FAU presentó más batalla de la esperada en el debut de la temporada, pero las aplastantes victorias ante una correosa Cincinnati, Indiana, Miami (Ohio), Nebraska, Michigan State y Northwestern hacían ver que el dominio de la B1G Ten seguiría siendo propiedad de los Buckeyes. Los de Columbus habían ganado consecutivamente los campeonatos de 2017 y 2018 y apuntaban claramente a su tercer título consecutivo.
Llegó el partido más importante, una final anticipada ante Wisconsin. Los Badgers venían de un inesperado upset ante Illinois, y los pupilos de Paul Chryst no fueron rivales. Ryan Day trazó un plan claro y Ohio State batió claramente 38-7 a sus grandes rivales del norte. Sendas y abultadas victorias ante Maryland y Rutgers situaban a los de Ryan Day ante uno de sus partidos más reñidos de la temporada: el clásico contra Penn State. Los Nittany Lions vendieron cara su derrota y pusieron en apuros -por momentos- a los Buckeyes. Las primeras costuras se veían en un equipo que parecía inexpugnable. En el último partido de liga regular, Ohio State hundía a los Wolverines, gracias a un colosal triunfo en Ann Arbor por 56-27.
En el Championship, Chryst aprendió de los errores del primer partido y de las lagunas que presentó Ohio State ante los Nittany Lions. Los tejones se volvieron más fieros que nunca y salieron a morder. Ohio State y Justin Fields prácticamente ni se enteraron de que se estaban jugando la temporada. Al final de la primera parte, Wisconsin dominaba 21-7. Siempre se ha dicho que Paul Chryst no tiene Plan B, Ryan Day hizo los ajustes necesarios y… se acabó la final. Ohio State lograba su tercer título consecutivo, dominando 34-21 a Wisconsin.
En las semifinales, los Buckeyes salieron a por todas, colocándose muy pronto arriba 0-16 y dejando sin reacción a Swinney y sus Tigers. Varias polémicas decisiones arbitrales, dos coletazos de Travis Etienne y Trevor Lawrence y… ¡boom! 14-16 al descanso. La reanudación fue un partido nuevo, con alternativas constantes, Clemson lo hizo mejor, pero Justin Fields tenía la oportunidad de llevar al triunfo a su equipo. Un buen drive, una mala lectura, una interceptación, adiós a la temporada.
Justin Fields fue el auténtico director de orquesta en Columbus. Tras su infructuoso y tormentoso paso por Georgia, 2019 debía ser el año de consagración. Y Fields se destapó como una poderosa y doble amenaza ofensiva. Sus 3273 yardas de pase, 41 TDs, 3 interceptaciones, 484 yardas terrestres y 10 anotaciones por tierra lo sitúan como uno de los grandes mariscales de campo del fútbol universitario. Pero muchas dudas sobrevuelan tras su discreto papel en semifinales contra Clemson. 2020 debe darnos el verdadero nivel de Fields para determinar si es, con seguridad, uno de los QBs más prometedores y futura primera ronda, o simplemente se ha beneficiado de un magnífico sistema ofensivo. El tiempo y la temporada dictarán sentencia.
El desempeño de J.K. Dobbins fue excepcional. Su temporada junior aportó el verdadero calibre del natural de La Grange (Texas) con más de 2000 yardas terrestres, 21 anotaciones, 247 yardas de recepción y dos TDs aéreos. Dobbins ya luce en Baltimore y está destinado a formar uno de los tríos terrestres más explosivos de la NFL, junto a Lamar Jackson y Mark Ingram. Master Teague cuajó una muy interesante temporada freshman y está llamado a convertirse en el “caballo de batalla” de los Buckeyes en 2020. Sus 789 yardas y 4 anotaciones dan fe de que puede ser un digno sucesor de Dobbins. Steele Chambers, Marcus Crowley, Demario McCall y la versión terrestre del propio Fields completarán un magnífico y nutrido backfield.
Chris Olave se destapó como uno de los estiletes más lesivos del ataque aéreo de Ohio State y está destinado a ser el auténtico líder en 2020. Sus 849 yardas y 12 anotaciones dan una pequeña muestra del excelso nivel de Chris. K.J. Hill (636 yardas, 10 TDs) fue un auténtico dolor de cabeza para las defensas rivales, saliendo del slot. Sus manos lo atrapaban todo y su velocidad hizo estragos. Ha llegado a Chargers sin hacer ruido y puede hacer aún más peligrosa a esa descomunal ofensiva. Binjimen Victor (545 yardas, 6 anotaciones) fue la tercera muesca en el revólver de los Buckeyes y luchará por hacer roster en los Giants. Garrett Wilson o el TE Jeremy Ruckert también deberán contribuir el próximo año.
En defensa, Kerry Coombs deberá reconstruir. Las bajas de Chase Young, Jeff Okudah, Malik Harrison, Jordan Fuller o Damon Arnette harán mucho daño. No obstante, los recruitings en Columbus son impresionantes y jugadores importantes como los LBs Pete Werner (64 tackles), Tuf Borland (55 placajes, 1 sack, 1 interceptación) o Baron Browning (43 placajes, 5 capturas), los DLs Jonathon Cooper, Taron Vicent o Tommy Togiai, los CBs Shaun Wade y Cameron Brown, y el safety Josh Proctor deberán ser los referentes de una tremenda zaga.
SEÑAS DE IDENTIDAD: WISCONSIN BADGERS.
En Madison, gustan las lecturas clásicas y la novela de Juan Goytisolo resume perfectamente la esencia de su programa universitario: perseguir un ideal, un sentido que dé existencia a todo, pero respetando los principios básicos, la esencia propia de los Badgers. En este sentido, palabras como trabajo, esfuerzo, disciplina, ética o superación definen perfectamente el código deontológico de Wisconsin. Reclutar clase media, chicos comprometidos, para convertirlos en grandes jugadores. Esa es la fórmula que dio, da y dará grandes réditos en Madison.
Cabalgando sobre los acarreos de Jonathan Taylor y bien asegurados por una férrea y pétrea defensa, los Badgers fueron dejando víctimas en su camino: South Florida, Central Michigan, Michigan, Northwestern, Kent State y Michigan State. Tocaba un sencillo viaje a Champaign, antes de batirse el cobre con Ohio State. Partido controlado, se subestima al rival, se piensa en el próximo encuentro en Columbus… field goal, upset y cura de humildad. Los Fighting Illini dejaron claro que, en la B1G Ten, si te relajas, estás perdido. El partido contra los Buckeyes no tuvo historia y dejó al descubierto todas las miserias del equipo entrenado por Paul Chryst.
La gente de Wisconsin nunca se da por vencida, jamás baja los brazos, eso está en su código genético. Quedaban por delante cuatro finales y había que ganarlas. Se superó, con muchas dificultades, a Iowa, mientras que los partidos contra Nebraska y Purdue entrañaron menos complejidad. Llegaba un partido épico, la visita -bajo la nieve y con el “hacha” de por medio- a Minnesota. Los Golden Gophers podían hacer historia y entraban al encuentro como claros favoritos. Mas Wisconsin hizo el mejor partido de la temporada y fue demasiado para las mesnadas comandadas por P.J. Fleck.
Championship frente a Ohio State, mucho que ganar y poco que perder. Paul Chryst tenía un plan, una estrategia que funcionó… hasta el inicio de la segunda mitad. Ryan Day supo contraatacar y Chryst volvió a fallar, una vez más… El premio de consolación era muy apetitoso: la Rose Bowl frente a Oregon. Wisconsin tenía controlado un partido muy disputado, se pegó un tiro en el pie y sucumbió ante unos Ducks, en los que sobresalió Justin Herbert… como corredor.
La fanaticada badger y la afición -en general- espera con ansia la llegada del Mesías que está destinado a ser el referente del programa sito en Madison: Graham Mertz. No obstante, Jack Coan realizó una temporada interesante, siendo un buen gestor del juego. Coan (2727 yardas, 19 anotaciones -una de carrera-, 5 interceptaciones) ofrece seguridad, madurez, pero jamás será ese líder, ese adalid, ese playmaker capaz de cambiar el signo de un partido. Seguimos anhelando la oportunidad de Graham: “in Mertz we trust”. Será una de las luchas más disputadas por el liderazgo del equipo. Chryst decidirá, aunque con lo conservador que suele ser… parece que la suerte ya está echada.
El juego terrestre tuvo un denominador común: Jonathan Taylor (320 intentos, 2003 yardas, 21 TDs de carrera y 5 de recepción). La trayectoria de Taylor, en Madison, ha sido simplemente espectacular: casi 2000 yardas cada una de sus tres temporadas y 49 TDs. Seleccionado por Indianápolis, formará junto a Marlon Mack un tándem explosivo. El freshman Nakia Watson (331 yardas, 2 anotaciones) está llamado a llenar la sima creada por la marcha de Taylor y la empresa se antoja casi imposible. Garrett Groshek y Jalen Berger esperarán su oportunidad.
Quintez Cephus (901 yardas, 7 TDs) cuajó un brillantísimo final de temporada (Okudah dijo de él que había sido el receptor que más quebraderos de cabeza le había dado en su etapa universitaria). Se erige como uno de los receptores más prometedores y puede encontrar su rol dentro de la ofensiva de Detroit. El TE Jake Ferguson deberá alzar la voz y ser uno de los referentes del ataque aéreo en 2020. Junto a él, Kendric Pryor, Danny Davis y Jack Dunn completarán el cuerpo de receptores.
A pesar de las bajas de Zack Baun y Chris Orr, la defensa será la gran baza de los Badgers en 2020. El LB Jack Sanborn será el eje que vertebrará la unidad comandada por James Andrew Leonhard. 2019 fue un año ya muy productivo para Sanborn, consiguiendo 80 tackles, 5’5 sacks, un fumble y tres interceptaciones. Los Defensive Ends Garrett Rand y Isaiahh Loudermilk ya aportaron la pasada campaña y la temporada que da comienzo deberá ser mucho mejor. El safety Eric Burrell, tras la tempranera lesión de Scott Nelson, supo transmutarse en uno de los caudillos de la secundaria badger tiene un brillante futuro por delante. El LB Noah Burks, el safety Reggie Pearson o el CB Caesar Williams también aportarán su “granito de arena” a consolidar la defensa tejona como una de las mejores de toda la FBS.
NO DIGAS QUE FUE UN SUEÑO: MINNESOTA GOLDEN GOPHERS.
En la deliciosa novela de Terenci Moix, la hermosa reina Cleopatra intenta reponerse de las heridas en el alma, tras ser abandonada por su amante Marco Antonio. Recorre las impetuosas aguas del Nilo y evoca el futuro, un porvenir que espera sea esperanzador. De esta manera, el joven y excelente entrenador P.J. Fleck recuerda la pretérita campaña y desea un porvenir brillante para los Golden Gophers.
La temporada pasada fue sencillamente inolvidable: nueve victorias consecutivas. Algunas con muchísimo sufrimiento, como las conseguidas ante South Dakota State, Fresno State (dos prórrogas incluidas), Georgia Southern o Purdue. Otras, mostrando un discurrir inexorable, una auténtica mano de hierro: Illinois, Nebraska, Rutgers y Maryland. El partido, en el TCF Bank Stadium, ante Penn State se presuponía decisivo y la hinchada golden gopher creía en su equipo. Una agónica victoria ante el equipo de Pennsylvania, dejaba a las claras que Minnesota aspiraba a todo.
La dolorosa e inmerecida derrota en Iowa City, dejaba la división en un pañuelo. Era obligatorio ganar a Northwestern y salir victorioso en un más decisivo que nunca Paul Bunyan’s Axe. El encuentro en Evanston no presentó mayor dificultad. El título de división y el viaje al Championship quedaba emplazado para el partido de máxima rivalidad ante Wisconsin. Las huestes de Paul Chryst fueron muy superiores y se llevaron el hacha. Pero el equipo de P.J. Fleck no había dicho su última palabra y ofrecieron lo mejor de sí en la Outback Bowl, derrotando a Auburn (31-24).
El QB sophomore Tanner Morgan seguirá llevando las riendas del equipo y entrará, en su año junior, con la responsabilidad de guiar a un programa que debe mostrar sus credenciales desde el primer momento. Tanner experimentó una evolución muy positiva, aprovechándose de dos jugadores en estado de gracia: Rashod Bateman y Tyler Johnson. Su estadísticas así lo reflejan: 3253 yardas, 66% de pases completados, 31 TDs (uno por tierra) y 7 interceptaciones. Morgan deberá dar lo mejor de sí no solo para luchar por la conferencia, sino también para entrar de lleno en la quiniela de jóvenes mariscales de campo, cara al NFL Draft 2021.
El juego terrestre tuvo dos referentes importantísimos. En primer lugar, Rodney Smith, que superó las 1000 yardas terrestres y logró anotar 8 TDs. Tras su paso por el Draft, tratará de buscar su lugar, en Carolina, de la mano de Matt Rhule. Mohamed Ibrahim (RB sophomore) será, sin duda, el agente dominante del juego por tierra en 2020. A pesar de sus problemas físicos, cuajó un grandísimo año, siendo responsable de 604 yardas y 7 anotaciones. El receptor, habilísimo en red zone, Seth Green seguirá aportando anotaciones en la faceta terrestre.
Tyler Johnson (1318 yardas, 13 TDs) y Rashod Bateman (1219 yardas, 11 anotaciones) formaron una de las mejores duplas aéreas de toda la liga. Tyler ofreció una campaña sencillamente inolvidable y ahora reside en Tampa, donde Bruce Arians seguro le encuentra una función dentro de esa ofensiva de auténtica fantasía. Rashod Bateman lució imperial y se postula como uno de los receptores más importantes del College Football en 2020. Chris Altman-Bell tomará importancia en la ofensiva y mejorará sus números la próxima campaña.
P.J. Fleck y Brian Callahan tendrán que suplir las importantes bajas de Antoine Winfield Jr., Kamal Martin, Carter Coughlin y Chris Williamson y hacer que la zaga vuelva a rendir al nivel del pasado ejercicio. Las buenas nuevas son los regresos de los CBs Coney Durr y Benjamin St. Juste, así como del safety Jordan Howden. El defensive front seven será completamente nuevo en 2020, aunque se espera mucho de jóvenes jugadores como Esezi Otomewo, Mayan Ahanotu, Boye Mafe, Keonte Schad, Michah Dew-Treadway o los LBs Mariano Sori-Martin o Braelen Oliver.
EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO: PENN STATE NITTANY LIONS.
Bucear en la memoria, evocar el magnífico pasado para hallar el sentido del presente… y del futuro. Esa debe ser la fórmula que tiene que encontrar James Franklin -nuestro Marcel Proust particular- para reverdecer los pretéritos laureles en el programa anclado en State College. Ingredientes para confeccionar un plato excepcional no le faltan: Sean Clifford, Journey Brown, Pat Freiermuth o Micah Parsons. Los Nittany Lions deben creerse sus posibilidades y vender cara su derrota ante el gran rival, Ohio State.
El QB sophomore Sean Clifford cuajó una temporada relativamente discreta, en la que se esperaba mucho más de él. Es necesaria una mejora en precisión y productividad para tratar de aspirar a todo en la conferencia. Completó 189 pases (59’2%), alcanzó 2654 yardas, pasó para 23 TDs, sufrió 7 interceptaciones, corrió para 402 yardas y anotó 5 TDs de carrera. La mejora de Clifford irá indisolublemente unida al éxito de Penn State.
Journey Brown puede ser considerado como uno de los RBs con más proyección en 2020. Su año sophomore fue muy productivo, alcanzando las 890 yardas de carrera (con un gran promedio de 6’9 yardas por acarreo) y anotando 13 TDs (uno de recepción). Su temporada junior debiera ser la de su total consagración. Noah Cain brilló en su año freshman (443 yardas, 8 anotaciones) y formará, junto a Brown, uno de los backfields más jóvenes y brillantes de toda la B1G Ten.
K.J. Hamler (904 yardas, 8 TDs) destrozó defensas con su espectacular movilidad y rapidez. En Denver, formará parte de un cuerpo de receptores de auténtico lujo. Pat Freiermuth (507 yardas, 7 anotaciones) será uno de los TEs más sólidos de toda la FBS y encarnará uno de los agentes directos en los pases de Clifford. La labor de Jahan Dotson (488 yardas y 5 TDs) también será muy importante en la parcela aérea. Los receptores freshmen Justin Shorter y Daniel George sumarán, sin duda, al juego por aire.
Micah Parsons (109 placajes, 5 sacks, 4 fumbles) entrará en su año junior como el indiscutible caudillo de la defensa de los Nittany Lions. A su alrededor han de lucir los veteranos LBs Ellis Brooks y Jesse Luketa, junto con jóvenes valores como Brandon Smith y Lance Dixon. Los linieros defensivos Shaka Toney, Antonio Shelton y P.J. Mustipher deberán hacer olvidar a Yetur Gross-Matos (40 tackles, 9’5 sacks). Mientras que en la secundaria deberán rendir a gran nivel Tariq Castro-Fields, Marquis Wilson y Keaton Ellis.
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA: MICHIGAN WOLVERINES.
Jim Harbaugh -al igual que Santiago Nasar- sabía que iba a morir… Este podría ser el inicio de la novela que resumiera el inicio de la temporada 2020 de los Wolverines. Tras cinco años en Ann Arbor, el pequeño de los Harbaugh tiene la sensación de que otra irregular campaña puede poner fin a su periplo como entrenador en jefe de su alma mater. Un lustro sin victorias de postín, sin entrar en Playoffs pueden significar el fin de la paciencia en el Big Blue. Malas decisiones, apuestas incoherentes en el puesto de QB, infrautilización de jugadores de un altísimo nivel… Jim ha exasperado a propios y extraños, camina sobre aguas turbulentas y encara -quizá- la temporada más decisiva en su segunda etapa como entrenador universitario (tras su estancia en Stanford).
La campaña empezó tumultuosa en Ann Arbor: una mediocre victoria ante Middle Tennessee fue acompañada de un partido de infarto frente a Army, en el que los pupilos de Harbaugh salieron victoriosos tras dos prórrogas. Se avecinaba tormenta y tocaba rendir visita al Camp Randall Stadium. Efectivamente los negros nubarrones se tornaron en lluvia torrencial y los Wolverines fueron apabullados 35-14 en un partido sin historia. Los triunfos ante Rutgers, Iowa e Illinois supusieron algo de paz, pero una nueva derrota ante Penn State ponía fin a las esperanzas de una temporada positiva.
El final de temporada trajo lo mejor del juego de Michigan, con impresionantes victorias ante Notre Dame (un 45-14 frente al eterno rival y al que no volverán a enfrentarse hasta 2033), Maryland, Michigan State e Indiana. En The Game todo volvió a su lugar y los Buckeyes fueron inmisericordes con Harbaugh y los suyos, cosechando un gran triunfo a domicilio. La Vrbo Citrus Bowl daba a Jim una oportunidad de resurgir entre sus cenizas, pues se enfrentaba a Saban y sus Crimson Tide. La ilusión de Michigan duró hasta el inicio del tercer cuarto. Derrota 35-16 y punto final a una infructuosa temporada. Otra más…
Shea Patterson involucionó como jugador en Ann Arbor. Nada quedó de aquel jugador que deslumbró en Ole Miss. Sus dos años en Michigan han sido muy discretos, cosechando -en esta última temporada- 3061 yardas, 23 anotaciones aéreas, 8 interceptaciones y 5 TDs por tierra. La batalla por el puesto de QB en los Wolverines será una de las más apasionantes de los Training Camps. Optan a la titularidad cuatro aspirantes, aunque dos de ellos parten con ventaja: Dylan McCaffrey es el más experimentado, mientras que el redshirt junior Joe Milton sea quizás la apuesta más segura. Menos crédito podemos darle al redshirt freshman Cade McNamara o al true freshman Dan Villari. Las espadas están en todo lo alto en Ann Arbor.
Las acciones terrestres fueron capítulo casi exclusivo del freshman Zach Charbonnet (726 yardas, 11 TDs) y del sophomore Hassan Haskins (622 yardas, 4 anotaciones). Ambos volverán en 2020 y deberán mejorar mucho para hacer de los Wolverines una amenaza en el juego por tierra.
Donovan People-Jones, Ronnie Bell y Nico Collins fueron infrautilizados, sufrieron el patético playbook de Harbaugh y los desafortunados pases de Patterson. Peoples-Jones ha emprendido una nueva aventura de la mano de los Browns y de Baker Mayfield. Collins y Bell esperan la decisión de Harbaugh y crear una gran conexión con el chico elegido en el puesto de QB.
Don Brown perderá a seis defensas titulares para el presente año: Khaleke Hudson, Jordan Glasgow, Josh Metellus, Mike Danna y Josh Uche. Toca reconstrucción y pilares tiene para ello. En este sentido, la revitalización de la defensa wolverine pasa por el excelente DL Aidan Hutchinson (68 placajes, 4’5 capturas). Los otros titulares en las trincheras defensivas debieran ser Carlo Kemp, Chris Hinton y Kwity Paye. Los LBs, a priori, que parten como favoritos al puesto creemos que serían Michael Barrett, Cam McGrone y Josh Ross. Mientras que en la secundaria debieran rendir a gran nivel Ambry Thomas, Vincent Gray Jr., Brad Hawkins y Daxton Hill.
LOS SANTOS INOCENTES: IOWA HAWKEYES.
En el ADN del programa sito en Iowa City están presentes -como en la novela de Miguel Delibes- aspectos como la humildad, el respeto, el esfuerzo o el trabajo, pero ¡cuidado! que los Hawkeyes, al igual que el inolvidable Azarías, pueden resultar muy peligrosos. Si uno de los transatlánticos de la conferencia menosprecia a las huestes aleccionadas por el incombustible Kirk Ferentz, puede acabar como el señorito tras la desaparición de la “milana bonita”, sintiendo en su piel la ira del inolvidable e inmortal personaje de Delibes. Ganar a los Hawkeyes cuesta sangre, sudor y lágrimas.
La temporada dio inicio con cuatro victorias consecutivas, tres ante débiles rivales (Miami-Ohio, Rutgers y Middle Tennesssee) y una ante el rival por excelencia, el enemigo estatal, Iowa State, que se conseguiría in extremis. Vinieron dos ajustadas y dolorosas derrotas ante Michigan y Penn State. La senda del triunfo se retomaría con dos importantes victorias ante Purdue y Northwestern.
Llegaba un decisivo encuentro en Madison, que resultaría vital para las aspiraciones de los Hawkeyes. En un partido muy parejo, la suerte caería del lado de Chryst y los suyos. La temporada regular se cerraba con tres victorias de gran prestigio ante la sorprendente Minnesota, Illinois y Nebraska. En la San Diego Credit Union Holiday Bowl, las mesnadas de Ferentz no tuvieron piedad de USC y martirizaron 49-24 a Slovis y su ejército troyano.
Nate Stanley encaraba su último año con el deseo de llevar a los Hawkeyes al más alto nivel. Su rendimiento fue muy irregular, alternando grandes momentos con otros para olvidar. Bajó considerablemente sus números con respecto a campañas previas y logró 2951 yardas (58’4% de efectividad), 17 anotaciones (una terrestre) y siete interceptaciones. Ahora esperará su oportunidad en Minnesota, aunque es poco probable que haga roster. Spencer Petras (redshirt Sophomore en 2020) deberá asumir la responsabilidad y ser la punta de lanza del ataque hawkeye.
El juego terrestre fue la gran rémora de la ofensiva de Iowa y uno de los motivos del cadalso del programa de Iowa City. El freshman Tyler Goodson (638 yardas, 5 anotaciones), Mekhi Sargent (563 yardas, 4 TDs) y Toren Young (432 yardas, una anotación) se repartieron carreras y fueron poco efectivos. Se espera que 2020 sea la temporada de la definitiva consagración de Goodson.
Ihmir Smith-Marsette fue un auténtico playmaker, capaz de acumular anotaciones terrestres y aéreas. Sus números son muy interesantes: 722 yardas por aire, 108 yardas terrestres y 8 anotaciones (tres por tierra). En su temporada senior será, sin duda, el referente de la ofensiva de Iowa. Tyrone Tracy Jr (freshman), Nico Ragaini (freshman) y Brandon Smith (junior) fueron eficaces en la recepción, acumulando -entre los tres- más de 1000 yardas y 10 anotaciones.
La zaga de Phil Parker sufrirá las bajas sensibles de A.J. Epenesa, Geno Stone y Michael Ojemudia. Aunque si algo caracteriza a los Hawkeyes es su impertérrita fortaleza defensiva. En este sentido, los principales agentes defensivos que liderarán esta unidad serán Chauncey Golston (DE, senior), Daviyon Nixon (DT, junior), Austin Schulte (DT, senior), Zach Van Valkenburg (DE, senior), Nick Niemann (LB, senior), Dillon Doyle (LB, sophomore), Dijimon Colbert (LB, junior), Matt Hankins (CB, senior), Riley Moss (CB, junior), Dane Belton (S, sophomore) y Jack Koerner (S, junior).
LA TEMPESTAD: INDIANA HOOSIERS.
No está siendo una offseason sencilla en el programa sito en Bloomington. Su QB estrella, Peyton Ramsey, pidió el transfer y ya luce en su nuevo destino: Northwestern. Este acontecimiento nos recuerda al argumento de la obra shakesperiana, con ese ignoto hechicero que provoca una tempestad para atraer a sus hermanos a la isla, donde se vio forzado al exilio. Así, podrá llevar a cabo su anhelada… venganza. ¿Será provocada la huida de Ramsey? Por si esto no fuera poco, los problemas crecieron con el arresto del ala cerrada estrella Peyton Hendershot, aunque parece que las aguas ya discurren tranquilas tras este incidente. Seguir creciendo, unidad por unidad, para aspirar a algo más, esa debe ser la consigna del grupo comandado por Tom Allen.
El año se abría con sendas victorias ante Ball State y Eastern Illinois. Ohio State dio un baño de realidad a los de Allen, con un abultado 51-10. UCONN fue una fácil presa para Ramsey y los suyos, pero Michigan State volvió a sembrar la incertidumbre entre filas hoosiers. El mejor momento de la temporada llegaba con cuatro triunfos consecutivos ante Rutgers, Maryland, Nebraska y Northwestern. Sin embargo, el final del calendario era duro y tanto Michigan como Penn State dieron buena cuenta de Indiana. El último partido de liga regular dejaba uno de esos encuentros épicos y los Hoosiers superaban a los Boilermakers, tras dos prórrogas. En una Taxslayer Gator Bowl, Tennessee resucitaba y salía victorioso en un dramático partido.
Peyton Ramsey fue el indiscutible líder del ataque hoosier. Por aire tuvo muchos problemas, produciendo unas estadísticas muy discretas: 2454 yardas, 13 anotaciones y 5 interceptaciones. Los números mejoraron por tierra, logrando una gran productividad: 252 yardas y 7 TDs. Su inesperada partida abre una disputada lucha por el puesto de QB titular. Michael Penix (redshirt sophomore), Jack Tuttle (redshirt sophomore) y Dexter Williams (freshman) lucharán por la vacante.
Stevie Scott III, junto al propio Ramsey, fue la baza terrestre del equipo de Allen. Sus 845 yardas y 11 TDs (uno de recepción) hacen presuponer que su año junior nos mostrará su mejor versión. El sophomore Sampson Jones y el freshman Tim Baldwin deberán contribuir a hacer más fuerte ese backfield.
Todo parece indicar que el TE Hendershot (622 yardas y 4 TDs) está recuperado para la causa y sumará esfuerzos con el slot receiver Whop Philyor (1002 yardas, 5 anotaciones) para ser las referencias por aire. Ty Fryfogle (604 yardas, 3 anotaciones) y los prometedores Jordan Jakes y Rashawn Williams deberán sumar esfuerzos y hacer más fácil la transición al nuevo QB.
Tom Allen tiene claro que el éxito en la B1G Ten pasa por construir una defensa top-25. En este sentido, la zaga hoosier no sufre pérdidas y sus mejores hombres vuelve con más experiencia. Los mejores jugadores de la línea defensiva son James Head (DE, junior), Sio Nofoagatoto’a (DT, sophomore), Jerome Johnson (DT, redshirt senior) y Michael Ziemba (DE, senior). La parte más frágil del entramado defensivo es el cuerpo de LBs, aunque habría que citar a Micah McFadden Jr. (junior) o Cam Jones (junior). Sin duda, la mejor línea es la secundaria, que puede ser considerada cono élite dentro de la conferencia: Reese Taylor Jr. (CB, junior), Tiawan Mullen (CB, sophomore), Devon Matthews (S, junior) o Marcelino Ball (S, redshirt senior).
LA REALIDAD Y EL DESEO: MICHIGAN STATE SPARTANS.
La visión antitética de este poemario de uno de los genios de la Generación del 27, Luis Cernuda, puede resumir perfectamente el estado del programa situado en East Lansing. Ese paralelismo entre la realidad actual de los Spartans: un equipo a la deriva, sin rumbo, en medio de la nada; y el deseo, la necesidad de volver a los preceptos pretéritos, a la grandeza de antaño, a ser un grande, a esos seis títulos nacionales.
La era Mark Dantonio llegó a su fin -quizás cansado de lidiar con tantos factores extradeportivos-. Luke Fickell era el “elegido”, pero este prefirió quedarse al mando de los Bearcats. La decisión de Fickell –optar por permanecer en un programa a priori menor- deja muy claro lo que es Michigan State en la actualidad. El siguiente en la lista era Mel Tucker, una hombre de la casa, pero que en Colorado no ha brillado especialmente. Veremos si prima la realidad o el deseo en la localidad de East Lansing.
2019 se inició con dos claras victorias ante equipos poco potentes como Tulsa y Western Michigan. El tercer partido consecutivo en casa traía al Spartan Stadium a un rival muy complejo, Arizona State. Los Sun Devils se llevaban el triunfo en un agónico partido por 10-7. Posteriormente, se volvió a la senda de la victoria merced a triunfos en Northwestern y frente a Indiana. De ahí se pasó al infierno: cinco derrotas consecutivas ante rivales muy dispares como Ohio State, Wisconsin, Penn State, Illinois y Michigan. Los postreros triunfos finales (Rutgers, Maryland) permitieron asegurar la elegibilidad para una bowl. Tazón que se disputaba en el Yankee Stadium y que significaba una victoria de prestigio ante Wake Forest.
Brian Lewerke fue el Leónidas espartano, el caudillo que lideró a sus tropas de espartiatas. Mucho se esperaba de Brian al inicio de su carrera colegial, pero finalmente quedó en un juguete roto de las -a veces- disparatas expectativas. 3079 yardas, 20 anotaciones (tres de ellas terrestres) y 13 interceptaciones dan muestra de un mariscal de campo muy irregular, que, en muchas ocasiones, toma decisiones nada inteligentes. Ahora estará bajo orden de Bill Belichick, aunque su futuro se torno oscuro casi negro. Rocky Lombardi –nombre mediático donde los haya- deberá asumir la dirección del equipo la próxima campaña.
Uno de los grandes males del conjunto espartano fue su poca productividad en el juego terrestre. Elijah Collins, su RB freshman, cuajó una interesante campaña, pero poco productiva. Sus 988 yardas y 5 anotaciones dan muestra del gran jugador en el que se puede convertir. Anthony Williams Jr., el otro corredor freshman, tuvo pocas opciones, aunque en 2020 podrá aportar mucho más.
Los dos referentes aéreos del equipo, Darrell Stewart Jr. (697 yardas, 4 TDs) y Cody White (922 yardas, 6 anotaciones) ya ejercen en Green Bay y Kansas City, dejando huérfano esta unidad ofensiva. Tre Mosley (receptor sophomore) y Jalen Nailor (receptor junior) están llamados a ocupar el puesto como referentes aéreos del equipo.
En defensa, tres grandes jugadores han abandonado la nave espartana camino a empresas más importantes: Kenny Willekes, Joe Bachie y Josiah Scott. Los encargados de asumir el liderazgo defensivo serán el productivo LB senior Antjuan Simmons (90 placajes, 3’5 sacks, 2 pases defendidos, una interceptación), el safety junior Xavier Henderson (83 tackles, 6 pases defendidos, dos interceptaciones), el DE senior Jacub Panasiuk (32 placajes, 5 capturas) o el LB junior Noah Harvey (49 tackles, 3 sacks, 4 pases defendidos).
LA METAMORFOSIS: PURDUE BOILERMAKERS.
Desde el año 2000 el programa de West Lafayette no consigue un título de conferencia y ese anhelo acompaña al conjunto de Jeff Brohm, que busca un cambio, un nuevo origen que torne por completo la trayectoria perdedora de Purdue. Sin duda, el Gregorio Samsa de Franz Kafka puede ser encarnado por tres jugadores espectaculares, que son capaces de cambiar el sino de un equipo: los maravillosos receptores Rondale Moore y David Bell, y el coloso DE George Karlaftis. Si Brohm acierta en la elección del QB titular y mejora el juego terrestre, Purdue estará más cerca de esa ansiada metamorfosis.
La temporada se iniciaba con una sorpresiva derrota en Nevada, que era un cruento presagio de lo que iba a significar 2019. Se venció a Vanderbilt con relativa facilidad, pero eso solo fue un espejismo, pues llegaron a continuación tres derrotas consecutivas: TCU, Minnesota y Penn State. El triunfo ante Maryland fue una simple ilusión, ya que Iowa e Illinois recordaban a los Boilermakers cuál era su verdadero lugar. Las sufridas y agónicas victorias contra Nebraska y en Evanston ponían la nota dulce a la campaña. Temporada que se cerraba con una clara derrota en Madison y un agónico partido contra Indiana, que se llevaba “The Old Oaken Bucket”, tras dos prórrogas, por un doloroso 44-41.
Lesiones, lesiones y más lesiones fue la nota dominante en la ofensiva boilermaker. Elijah Sindelar sufrió una dura lesión en el tercer partido de la temporada ante Minnesota y ya no volvió a participar en toda la temporada. Jack Plummer (1603 yardas, 11 anotaciones, 8 interceptaciones) se destapó como un QB de garantías, pero también fue fruto de una lesión de rodilla y no pudo terminar la campaña. Aidan O’Connell (1101 yardas, 8 TDs, 4 interceptaciones) jugó los tres últimos partidos y dejó buenas sensaciones. Si Plummer está recuperado de sus problemas de rodilla, debiera ganar la titularidad. Desde UCLA ha llegado -vía transfer- Austin Burton, que junto al ya junior, Aidan O’Connell, librarán un duelo a muerte por ser el responsable de los pases a Moore y a Bell.
El juego de carrera fue una de las grandes flaquezas de Purdue. Un dato muy anecdótico, pero que resulta demoledor, es el hecho de que solo Sindelar logró un TD terrestre en la segunda jornada. El resto de QBs no se estrenó por tierra. El corredor freshman King Doerue logró 451 yardas y cinco anotaciones, y debe consolidarse como el máximo agente del juego por tierra la próxima temporada. Zander Horvath (sophomore) aportó poco (377 yardas, dos TDs), aunque debe implementar sus estadísticas de cara al ejercicio venidero.
El partido contra los Golden Gophers no solo significó el adiós de Sindelar, sino también de la máxima estrella del equipo: Rondale Moore. En su ausencia, el receptor freshman David Bell rindió a un nivel estratosférico (1035 yardas, 7 TDs). El TE Brycen Hopkins también cuajó una inolvidable campaña (830 yardas, 7 anotaciones) y llega a Rams con muchas ganas de convertirse en un jugador importante. Purdue contará en 2020 con una de las parejas más dinámicas y explosivas de receptores. El inicio del cambio debe comenzar por ahí, con las aportaciones de Moore y Bell. En la ecuación también debe incorporarse el factor Amad Anderson, otro receptor que es muy interesante.
George Karlaftis fue el Zeus del Olimpo defensivo boilermaker. Tuvo una temporada true freshman simplemente alucinante: 54 tackles, 7’5 sacks y 17 tackles for loss. Será el jefe de toda esa unidad. Otros jugadores que deben ser tenidos en cuenta son el polivalente CB/S Tyler Coyle, el DE Derrick Barnes, el S Cory Trice o el CB Dedrick Mackey. Por último, hay que lamentar que las infaustas lesiones anularon la carrera colegial de un LB inmenso, Markus Bailey. Ahora busca su oportunidad en Cincinnati. Ojalá el destino le sea menos adverso.
FICCIONES: ILLINOIS FIGTHING ILLINI.
Realismo mágico, ese movimiento cultural que se caracteriza por la inclusión de elementos fantásticos, mágicos y reales en una misma narración, es el dominante en Champaign. Al igual que la obra maestra de Jorge Luis Borges, la temporada futbolística de los Fighting Illini alcanzó grandes dotes de fantasía y realidad. Lovie Smith hizo honor a su nombre y provocó amor, devoción y delirio con algunas de sus decisiones. Una auténtica montaña rusa de sensaciones vivieron los fanáticos de este programa universitario. 2020 ha de ser la consolidación, el buen hacer de Smith y su staff técnico deberá establecer a Illinois como un conjunto ganador.
La temporada vio la luz con dos sencillas victorias ante Akron y UCONN. La primera gran sorpresa de la temporada fue el ocaso ante Eastern Michigan, el cuento de hadas de Lovie Smith se transmutaba en un relato de auténtico terror. El periplo por las páginas de la literatura más macabra se amplió con tres derrotas más ante Nebraska, Minnesota y Michigan.
En ese momento de la campaña, hizo su irrupción las notas más sobresalientes del realismo mágico y los Fighting Illini hicieron algo sobrenatural, triunfando en cuatro partidos consecutivos: el upset ante Wisconsin y las magníficas victorias frente a Purdue, Rutgers y Michigan State. Todo relato asombroso tiene sus notas de verismo y el programa de Champaign puso cierre a su temporada con tres derrotas consecutivas: Iowa, en el duelo regional ante Northwestern y en la Redbox Bowl frente a California.
La nota más dominante de Illinois, desde el punto de vista del ataque, es su veterana y espectacular línea ofensiva, donde hay que destacar a Kendrick Green, Doug Kramer y Alex Palczewski. Todo debe pasar por ahí, darle tiempo al mariscal de campo para analizar los movimientos más interesantes y martillear a la defensa rival con un continuo juego de carrera. La situación en el puesto de QB no está nada clara.
Todo hace indicar que el antiguo transfer de Michigan, Brandon Peters (1884, 21 anotaciones -tres por tierra-, 8 interceptaciones) será el encargado de llevar las acciones ofensivas. Sin embargo, tuvo una temporada 2019 muy irregular. Se espera mucho del magnífico prospecto Isaiah Williams, pero apenas tuvo oportunidades el pasado ejercicio. El sophomore Matt Robinson rindió a gran nivel cuando Peters estuvo lesionado. Se abren muchas posibilidades para el bueno de Lovie Smith.
A pesar de esa fantástica línea ofensiva, el juego terrestre distó mucho de estar a la altura. Reggie Corbin (675 yardas, 7 anotaciones) y Dre Brown (584 yardas, 5 TDs) ya no están en el programa. Ra’Von Booner y Mike Epstein pueden aportar mucho en esta faceta, pero el recluta estrella Reggie Love tiene las puertas totalmente abiertas para erigirse en el arma de batalla de ese backfield.
Josh Imartorbhebhe (634 yardas, 9 anotaciones) vuelve para su temporada senior, se alejó de los cantos de sirena del NFL Draft y dará lo mejor de sí en su último año. Fue el máximo damnificado de un inconsistente juego aéreo. Sus tres recitales ante Michigan, Michigan State y Wisconsin nos sitúan ante uno de los receptores más talentosos de toda la B1G Ten. El receptor Donny Navarro y el TE Daniel Barker –ambos sophomore en 2019- deberán contribuir.
Lovie Smith ha sido un gran entrenador defensivo en NFL, pero el pasado ejercicio no transmitió estos conocimientos en la zaga. La defensa fue destrozada por tierra y pecó de irregular. Su mejor hombre, Dele Harding (154 tackles, 3 interceptaciones) ya no está, y el mando de operaciones lo debe asumir Jake Hansen (72 placajes, 3’5 sacks, 1 interceptación), que pasó lesionado la mitad de la temporada. Sydney Brown (S, junior), Nate Hobbs (CB, senior), Milo Eifer (LB, senior) y Tony Adams (CB, senior) serán los nombres destinados a implementar la zaga de los Fighting Illini.
CUMBRES BORRASCOSAS: NEBRASKA CORNHUSKERS.
Parece ser que en Lincoln se sufre de mal de altura. Como en la novela de Emily Brontë –que causó gran revuelo entre la crítica por su novedosa estructura narrativa-, Nebraska aún no estaba preparada para asumir una empresa tan compleja como optar al título de la B1G Ten en 2019. Los HypeHuskers galoparon a lo largo de la offseason sobre las espaldas de Scott Frost y Adrian Martinez. Pero ya llegó la propia competición para situar a los de Lincoln en la posición que deben ocupar. Los mimbres de los Huskers dan para mucho más, pero hay que dejar trabajar, con tranquilidad, a Scott Frost y seguro que las buenas nuevas comenzarán a inundar Lincoln. La B1G Ten necesita que Nebraska vuelva a su lugar, la de uno de los equipos más laureados de la historia del College Football.
El hype de los de Scott Frost duró muy poco, tras una victoria ante South Alabama, llegó el baño de humildad y la dura derrota en Colorado. Posteriormente, Martinez y los suyos lograron sendas victorias frente a una muy devaluada NIU e Illinois. La abultada derrota ante Ohio State determinó cuánto de lejos se encuentra Nebraska de aspirar al título de conferencia. Posteriormente, llegó una ajustada victoria ante Northwestern. Y, de ahí, el deambular por la aridez del desierto, con cuatro derrotas consecutivas ante Minnesota, Indiana, Purdue y Wisconsin. El triunfo ante Maryland –uno de los peores equipos de la conferencia- supo a poco y la última derrota ante Iowa dejó un sabor amargo para una, en principio, esperanzadora temporada.
Mucho se esperaba -quizá demasiado- de Adrian Martinez, tras su sorprendente temporada freshman. Bajó en todos sus números (1956 yardas, 149 pases completados, 17 TDs –siete de carrera-) y subió en número de interceptaciones (9). Por momentos, se vio a Adrian totalmente superado por las circunstancias y sin las ideas claras. Tal vez haya sido necesaria esta cura de humildad para ver, en 2020, al mejor Martinez. Sin duda, Frost está capacitado para hacer resurgir al mejor Martinez.
Dedrick Mills (745 yardas, 10 TDs) fue -junto a Martinez- el mejor efectivo del juego terrestre. Será necesaria la mejor versión del ex-jugador de Georgia Tech para que Nebraska pueda competir por la elegibilidad por una bowl.
La gran incertidumbre en el ataque aéreo ya se ha resuelto: J.D. Spielman ha entrado en el transfer portal. El pasado año fue la gran referencia aérea con 898 yardas y 5 anotaciones. Muchas incógnitas sobrevuelan sobre esta decisión. Por tanto, el hábil receptor Wan’Dale Robinson (453 yardas aéreas, 2 anotaciones, 340 yardas por tierra y 3 TDs) deberá ocupar un lugar prominente, dada su capacidad para acumular también yardas terrestres. Omar Manning será otro de los receptores a destacar.
El gran problema para Frost fue la desastrosa defensa de 2019. El camino del éxito debe pasar por una reestructuración de la unidad más débil del equipo. Las bajas de los Davis -Carlos y Khalil- y de Lamar Jackson harán daño, pero el conjunto defensivo -como tal- deberá dar un paso adelante y ser mucho más consistente en 2020. En este sentido, habrá que centrar nuestra mirada en el LB senior JoJo Domann (52 placajes, 2’5 sacks, 6 pases defendidos), el CB senior DiCaprio Bootle, los safeties Cam Taylor-Britt y Marquel Dismuke o el LB Will Honas.
ROJO Y NEGRO: MARYLAND TERRAPINS.
Maryland nos recuerda al inolvidable Julien Sorel –personaje de la obra maestra de Stendhal, Rojo y Negro-, el hijo de un carpintero que intenta con ahínco esforzarse para lograr abandonar su posición y pertenecer a la alta sociedad francesa. En cierta medida, este es el deseo del programa anclado en College Park. Quizá el futuro sea de los Terrapins, acciones como la incorporación de Tulia Tagovaioloa generan una ola de esperanza. Pero, en el presente, los Terrapins se hallan muy lejos de entrar, de lleno, en la oligarquía dirigente de la B1G Ten.
El año empezó de la mejor manera posible, destrozando 79-0 a Howard y masacrando 63-20 a uno de los programas más de moda -al principio de la temporada- en la ACC, Syracuse. La ajustada derrota en Temple (20-17) supuso un punto de inflexión… para mal. Penn State martirizó 59-0 a los Terrapins. Llegó la tercera victoria ante Rutgers y… vino el desastre. Un penoso túnel de siete derrotas consecutivas: Purdue, Indiana, Minnesota, Michigan, Ohio State, Nebraska y Michigan State. La temporada se puede calificar de calamitosa.
Sin duda, el mariscal de campo más talentoso del equipo es Josh Jackson (1274 yardas, 12 anotaciones, 6 TDs) –antiguo titular de Virginia Tech-, que mejorará, sin duda, sus números, tras sufrir a una desastrosa línea ofensiva. De lleno en la ecuación se ha metido Tulia Tagovailoa, procedente de Alabama, pero la NCAA aún no se ha pronunciado acerca de su elegibilidad esta temporada. Tyrrell Pigrome, Tiler DeSue y Max Bortenschlager también deberán entrar en la terna al puesto.
El backfield estuvo dominado por Javon Leake (736 yardas, 8 anotaciones) y Anthony McFarland Jr, (614 yardas, 9 TDs -uno de recepción-). Ambos ya están en sus respectivos destinos NFL. El corredor senior Tayron Fleet-Davis será el presumible líder, aunque los nuevos reclutas Isaiah Jacobs y Peny Boone disputarán muchos snaps. Pero cualquier mejora del juego terrestre pasa por implementar una desastrosa línea ofensiva, donde regresan Jaelyn Duncan, Johnny Jordan y Marcus Minor.
El cuerpo de receptores es muy interesante con jugadores como Dontay Demus (625 yardas, 6 TDs), DeJuan Ellis (un prospecto que llega de Virginia Tech), Brian Cobbs o el TE Chigoziem Okonkwo (201 yardas, 2 anotaciones). El recluta cinco estrellas Rakim Jarrett deberá aportar muy pronto en la parcela aérea.
La defensa fue sencillamente horrible, finalizando última de la conferencia en touchdowns permitidos. Los dos mejores jugadores de esa desastrosa unidad ya no están: Antoine Brooks Jr. (85 placajes, 5 pases defendidos, una interceptación) ya luce en Steelers y Deon Jones pidió el transfer a Boston College. Muchos de los jóvenes talentos defensivos deberán dar un plus y demostrar de lo que son capaces. Sobresalen el LB junior Ayinde Eley, el safety sophomore Nick Cross, el LB junior Chance Campbell o el DT senior Sam Okuayinonu.
UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO: NORTHWESTERN WILDCATS.
El crudo y duro poema “Una temporada en el infierno”, del poeta maldito Arthur Rimbaud nos servirá de guía a la hora de analizar la temporada 2019 de los Wildcats. La pasada campaña supuso una involución para las huestes dirigidas por Pat Fitzgerald. Tras tres prometedores años con récords positivos y triunfos en bowls (2016 vs. Tennessee; 2017 vs. Kentucky; 2018 vs. Utah), el pasado ejercicio absolutamente todo salió mal: un promedio de solo 297 yardas y una media de 16 puntos a favor por partido. Hunter Johnson llegó -desde Clemson- con la estela de jugador decisivo, pero pasó desapercibido y se lesionó. Ahora llega Peyton Ramsey como salvador del programa, al igual que el Coordinador Ofensivo Mike Bajakian. Soplan vientos de cambio en Evanston.
Que la peor Stanford de las últimas décadas te gane en la primera jornada resulta sintomático de un mal año. La victoria frente a Nevada-Las Vegas dio algo de esperanza. Sin embargo, siete derrotas consecutivas ante Michigan State, Wisconsin, Nebraska, Ohio State, Iowa, Indiana y Purdue dejaban muy claro el cariz de la temporada. Se volvió a la senda de la victoria ante una patética UMASS, volviendo a perder frente a Minnesota. La única nota positiva a la temporada fue el triunfo en el clásico “Land of Lincoln Trophy”, duelo que enfrentaba a los de Fitzgerald con el encarnizado rival Illinois.
El juego aéreo fue sencillamente ridículo. Se esperaba muchísimo de Hunter Johnson (432 yardas, 2 TDs -uno de carrera-, 4 interceptaciones), pero lo poco que jugó lo hizo mal. Luego vino su lesión y asumió la titularidad Aidan Smith, que apenas sumó 760 yardas, 3 TDs, 9 interceptaciones, 211 yardas de carrera y una anotación terrestre. Un auténtico desastre. Un terremoto sacudió Indiana con la salida de Peyton Ramsey y su posterior elección de Northwestern es la mejor noticia en Evanston, tras 365 días de sufrimiento. Quizás la dupla Ramsey-Fitzgerald (junto al espectacular left tackle Rashawn Slater) pueda recuperar el nivel sublime de ese triunfo ante Utah en la Holiday Bowl.
El juego de pase fue el peor de toda la nación. Poco más hay que añadir. La llegada de Ramsey y Bajakian es esperanzadora y ambos tratarán de revertir esta situación. Riley Lees fue el arma más fructífera con 430 yardas y dos anotaciones. Este año volverá a ser el referente del juego aéreo. J.J. Jefferson y Ramaud Chiaokhiao-Bowman intentarán aportar su “granito de arena”.
La dupla de corredores Isaiah Bowser (204 yardas) y Drake Anderson (634 yardas, 3 anotaciones) regresará en 2020. Un Bowser sano puede ser la mejor noticia para Fitzgerald, pues es un “caballo de batalla” con un potencial enorme.
El magnífico LB Paddy Fisher (88 placajes, 1 sack, 3 pases defendidos, 1 interceptación) volverá a ser el eje que dé sentido a toda la defensiva wildcat. Los LBs Blake Gallagher (88 tackles) y Chris Bergin (86 placajes) serán sus mejores lugartenientes. Además, hay que alabar el juego de dos grandes jugadores de la secundaria: el safety Travis Whillock y el CB Cam Ruiz.
YERMA: RUTGERS SCARLET KNIGHTS.
El programa sito en Piscataway, al igual que el personaje Yerma de la dura tragedia de Federico García Lorca, vive una situación sin salida, de total imposibilidad. Desde su entrada en 2014 a la B1G Team, las temporadas negativas se suceden, los reclutas no tienen interés por llegar y la situación deportiva no experimenta mejoría. Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, pero en New Jersey tienen la esperanza de que -con el regreso del mejor entrenador de la historia del programa- Rutgers pueda reconducirse deportivamente. La vuelta de Greg Schiano insufla un aire de esperanza a los Scarlet Knights.
La victoria frente a una muy débil UMASS ponía el 1-0 en el casillero de victorias. Pero la realidad asomó de golpe en Piscataway y llegaron 6 derrotas consecutivas (Iowa, Boston College, Michigan, Maryland, Indiana y Minnesota). El triunfo ante Liberty -uno de los programas más de moda la pasada temporada- otorgó una pequeña alegría a la hinchada, pero las cuatro últimas derrotas (Illinois, Ohio State, Michigan State y Penn State) situaron a Rutgers en la sima más profunda del panorama colegial.
La responsabilidad de liderar el débil ataque escarlata recayó en el QB freshman Johnny Langan, que apenas pudo hacer nada más que sobrevivir ante una línea ofensiva tan pésima. 840 yardas, un 50’3% de pases completados, 4 TDs, 9 interceptaciones, 391 yardas de carrera y 3 anotaciones terrestres son los paupérrimos números en su estreno en la liga. Schiano tratará de hacerlo explotar y sacar lo mejor de él. El nuevo entrenador de línea ofensiva, Andrew Aurich, tratará de mejorar una unidad que hizo aguas en 2019.
El líder de la faceta terrestre tiene nombre español: Isaih Pacheco. Es completamente alucinante que el bueno de Pacheco lograra 729 yardas y 7 anotaciones tras una línea tan débil. Entra en su año junior y seguramente Schiano logre su mejor versión. Los prometedores freshmen Aaron Young y Kay’Ron Adams también aportarán.
El juego aéreo fue en consonancia con el equipo, teniendo como agentes más activos a Bo Melton y Raheem Blackshear, que sumaron apenas 750 yardas y 4 TDs, entre ambos. Los dos regresan y tratarán de mejorar sus números bajo la tutela de Schiano
La zaga escarlata también rindió a un nivel pésimo, permitiendo multitud de puntos. Greg Schiano debe iniciar su proyecto por una mejora considerable de esta unidad. Solo partiendo de una defensa sólida, su empresa podrá tener futuro. Los mejores hombres defensivos en Rutgers son los LBs Tyshon Fogg (96 tackles, 1’5 sacks), Olakunle Fatukasi (81 placajes, 0’5 sacks, 1 fumble) o el DB Christian Izien (75 placajes, 3 pases defendidos).
MVPS B1G TEN.
Los jugadores más sobresalientes en la B1G Ten fueron:
- Justin Fields QB (Sophomore, Ohio State Buckeyes): 238 pases completados (67’2%), 3273 yardas, 41 TDs, 3 Interceptaciones, 464 yardas de carrera, 10 anotaciones. “B1G Ten Offensive Player of the Year”.
- Chase Young DE (Junior, Ohio State Buckeyes): 46 tackles (32 solo, 14 asistidos), 16’5 sacks. “B1G Ten Defensive Player of the Year”.
- Jonathan Taylor RB (Junior, Wisconsin Badgers): 2003 yardas terrestres, 21 TDs de carrera, 6’3 yardas por acarreo, 252 yardas aéreas, 5 TDs de recepción. All B1G Ten Football First Team.
- Zack Baun LB (Senior, Wisconsin Badgers): 75 tackles (52 solo, 23 asistidos), 12’5 sacks. All B1G Ten Football First Team.
- Antoine Winfield Jr. S (redshirt Sophomore, Minnesota Golden Gophers): 83 tackles (58 solo, 25 asistidos), 3’5 tackles for loss, 3 sacks, 7 interceptaciones. All B1G Ten Football First Team.
MEJOR JUGADOR OFENSIVO: Jonathan Taylor (RB Wisconsin Badgers).
MEJOR JUGADOR DEFENSIVO: Antoine Winfield Jr (S Minnesota Golden Gophers).
MEJOR JUGADOR FRESHMAN: George Karlaftis (DE Purdue Boilermakers).
MEJOR PARTIDO DE LA TEMPORADA: Penn State at Minnesota (26-31) – Week 11 – 9 de noviembre.
@EduVall82, representando a @CoollegeFB