[et_pb_section fb_built=”1″ _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_row _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_text _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”]Cuando uno es un infante vivaracho (no confundir con la realeza), posee una gran energía. Esa energía le permite jugar partido tras partido. Quién no recuerda cuando, jugando a baloncesto en el campo colegial, te juntabas con los amigos y hacías partidos breves pero intensos. En aquellos años, acababas de jugar y rápidamente, a no ser que te fueras a marchar a casa o a los salones de arcade a jugar al clásico millón o a la máquina de turno que te tuviera atrapado, la cuestión asaltaba a todos los que estaban en la pista. ¿Jugamos otro?

Los perdedores prometían más intensidad para por fin asaltar la victoria. Los ganadores querían subir el nivel, para seguir manteniéndose como los reyes de la cancha.

Algo así sucedió el 6 de noviembre de 1869. Rutgers y la entonces universidad de New Jersey (hoy conocida como la universidad de Princeton) se vieron las caras en lo que sería a día de hoy el 130 de College Avenue, en New Brunswick, New Jersey.  ¿Para qué?, para jugar un partido, que a la postre, serían diez. Estas dos universidades no sabían que más de siglo y medio después, aquel partido que jugaron, sería el pistoletazo a una pasión desmedida, que desembocaría en un nuevo deporte… el fútbol americano
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_image src=”https://coollegenation.es/wp-content/uploads/2021/03/EIuad9iWsAATL3ttwitter_com.jpg” title_text=”EIuad9iWsAATL3ttwitter_com” _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][/et_pb_image][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_text _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”]130 College Avenue, en New Brunswick… / twitter.com
[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_text _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”]

TODO CAMINO EMPIEZA POR UN SIMPLE PASO…

El primer partido de fútbol americano difería muchísimo del fútbol americano actual. Tanto es así que a día de hoy, el football tal y como lo conocemos, se lo debemos a Walter Camp, al cual se le reconoce como “Padre del football moderno” pero eso… es otra historia.

La historia que nos concierne a día de hoy es la sucedida en New Brunswick un 6 de noviembre de 1869, fecha en la que, por la mañana, un equipo de New Jersey College, llegaba en tren para medirse a la universidad de Rutgers (en aquel momento Rutgers College). Una cálida recepción dio paso a lo que pasaría a los anales de la historia como el primer partido de fútbol americano colegial. Una vez hubieron bajado del tren, los jugadores de New Jersey y de Rutgers hablaban amistosamente, mientras a su vez los capitanes establecían las reglas de un partido cuyo motivo si queremos, podemos reducirlo a una sola razón… ¡VENGANZA!. Venganza por afrentas pretéritas de las cuales hablaremos más adelante.

Como íbamos diciendo, William J. Leggett, capitán aquel día de las huestes de Rutgers y William Stryker Gummere, capitán de las tropas de New Jersey, se preparaban para dirimir las reglas. Y según cuentan, llegaron rápido a un acuerdo. Cabe recordar que las reglas propias del fútbol americano no existían y se dice que tuvieron que elegir entre dos conjuntos de reglas. A propuesta de Leggett, Gummere aceptó que el partido fuera bajo el conjunto de reglas de la London Football Association (lo que vendría a ser la Federación Inglesa de Fútbol a día de hoy). El campo debía tener 360 pies de largo y 225 de ancho y la portería debía tener una anchura de 24 pies. En aquellos años, ni el larguero ni las redes existían, con lo cual bastaba solo con tener dos postes para tener la portería. Mientras que al balón se le podía golpear con las manos, los pies, la cabeza o el cuerpo, no se le podía agarrar ni lanzar al mismo, al igual que no se podía agarrar o hacerle una zancadilla al contrario, pero si hacerle un buen bloqueo o placarlo. También se introdujo la regla de los tiros libres o “free kick”, que traería cierta polémica. Lo veremos más adelante…
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[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_text _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”] 

LOS PROLEGÓMENOS

Las 15:00 y una brisa otoñal recorría el terreno de juego. La mayoría de los 100 espectadores estaban sentados y atentos ya. Los jugadores, los cuales portaban ropa no muy deportiva  -aunque la clásica para hacer deporte en aquellos años-, iban llegando. Mientras se preparaban para el partido, se quitaban la ropa sobrante. Sombreros, newsboy, frock coats, inverness capes… iban dejándose a un lado para la comodidad. Incluso aquellos que portaban tirantes, se los ponían como cinturón para no poder ser agarrados. Estaban a punto de comenzar a jugar, teniendo como única protección de su ropa.

Ese día también sentó las bases del futuro de Rutgers. Unos 50 estudiantes y algunos jugadores donaron bufandas de color escarlata. ¿Sabéis la expresión “liarse la manta a la cabeza”? Los chicos de Rutgers cambiaron la palabra manta por bufanda y se la tomaron de manera literal. Convirtieron esas bufandas en turbantes para que no les pasara lo mismo que con los tirantes.

Nos ponemos en situación. Es la hora del partido y ya lo tenemos todo listo. Los jugadores uniformados. Las reglas, claras. Los espectadores, atentos. Y la rivalidad… ¡Ay, la rivalidad!… Por aquel entonces la rivalidad entre Rutgers y New Jersey (Princeton, no nos olvidemos) era ya de por sí candente. Las dos universidades solo separadas por 20 kilómetros, partidos todos los años, una longeva “guerra” por un cañón de la guerra de la independencia (llamado Big Cannon) y, sobre todo, una derrota humillante sufrida por Rutgers en baseball con un tanteo de 40-2. Todo eso hizo un gran cóctel para una tarde gloriosa.
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[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_text _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”] 

Por cierto… ¿Alguna vez os habéis preguntado cuándo nació el término “palomero” propiamente dicho? A ver, no nos estamos refiriendo al criador de palomas o a un pueblo cacereño. Nos referimos a esa persona que se coloca (en este caso) al lado de la portería para empujar el balón o chutar desde cerca y marcar gol. Sí, también aquel que está en el lado contrario de la cancha de baloncesto para recibir el pase y anotar sin oposición alguna (Hola Iturriaga, ¿qué tal estás?). En este partido había “palomeros”, los cuales eran llamados con el término de “sleeper” o bien “captains of the enemy’s goal”. Aparte estaban también los “fielders”. Eran once en total y se encargan de defender en campo propio las acciones del rival. Doce atacaban, conocidos como los “bulldogs”, con ganas de llevar la carga ofensiva y ayudar a marcar a los “sleepers” o incluso marcar ellos. Ya hemos conformado el equipo de 25 jugadores. ¿Os imagináis 50 personas en un emparrillado más ancho a día de hoy?

 

COMIENZA EL PARTIDO

Tenemos el origen del rojo escarlata de Rutgers, los 50 jugadores en el campo, los capitanes saludándose, las ganas de revancha creciendo más y más, los alrededor de 100 espectadores listos y un partido tras otro esperándonos hasta un total de diez… La revolución estaba por comenzar.

Princeton puso a rodar el esférico (en efecto, al principio del fútbol americano se jugaba con lo que vendría a ser el balón de toda la vida, redondos, de vejiga de animal hinchada y cuero) y rápidamente se notaban dos estilos contrapuestos. El estilo duro, fuerte y aguerrido de New Jersey chocaba con el estilo técnico y rápido de las huestes de New Brunswick.

Los caballeros escarlatas empezaron imponiendo su estilo. Fruto de ello marcaron su primer gol y, por ende, la primera anotación de la historia del fútbol americano. Las crónicas de la época se lo atribuyen tanto a Stephen G. Gano como a George Riley. Dixon. Pero New Jersey respondió de la mano de J.E.Michael, más conocido como Big Mike, que durante el partido lograba romper una y otra vez la formación que acabaría desarrollando el ínclito Lorin Fuller Deland en sus queridos Harvard Crimson a comienzos del siglo XX, “The Flying Wedge”.
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[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_text _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”] 

Como iba diciendo, el trabajo de Big Mike fue fundamental para que New Jersey lograra empatar. Se le notaba que disfrutaba, puesto que el juego de los de negro y naranja se estaba imponiendo. A su lado, también se regocijaba de este estilo Hugues Oliphant. Con empate a uno y sin saber quién había anotado el gol de New Jersey, el partido tomó unos derroteros que le valieron a Rutgers adelantarse nuevamente, esta vez por medio de George Dixon (ahora sí consta)

Con 2-1 favorable nuevamente a Rutgers, las tropas que, décadas después se llamarían Tigers, lograron el empate por medio de su capitán, William Gummere (años después acabaría siendo Jefe de Justicia de la Corte Suprema del estado de New Jersey).

 

NO HABÍA DESCANSO…

Estamos nuevamente empatados, esta vez a dos y aquí hay que hacer un inciso. Como bien acabamos de citar, un futuro Jefe de la Corte Suprema estuvo en el partido, pero hubo más gente que acabaría siendo importante, o había sido importante. Por ejemplo, habría que citar la alta alcurnia de Madison Monroe Ball, el cual dio el pase asistido en el segundo o tercer gol de Rutgers -no quedó claro quién realizó el pase de gol-. Se sabe que fue un veterano de guerra que acabó herido en combate durante la guerra de Secesión, en la cual había estado luchando en el regimiento número 91 de infantería de Nueva York como cabo. También estuvo como soldado y allí se le brindó el ascenso. George Sidney Willits eligió la carrera militar y acabó siendo Almirante de la Marina de los Estados Unidos. Jacob Edwin Michael llegó a ser un reputado médico e incluso acabaría en Europa estudiando. Incluso se convirtió en presidente de la Facultad Médica y Quirúrgica de Maryland. George Hall Large (más adelante contaremos su episodio con Big Mike) fue Presidente del Senado de Nueva Jersey por parte del partido republicano. William Preston Lane fue máximo dirigente del Eavey, Lane & Co. Bank (no confundir con William Preston Lane Jr., su hijo, y que sería gobernador del Estado de Maryland). Y nos dejamos al capitán de Rutgers para el final. Siendo multidisciplinar, fue capitán y palista del equipo de remo de Rutgers, así como director del equipo de béisbol y editor del periódico de Rutgers, el Targum (llamado a día de hoy Daily Targum).
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[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_text _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”] 

Tras este lapso, y como se diría a día  de hoy, con dos a dos en el electrónico, el quinto gol fue el tercero en la cuenta escarlata. Acto seguido subió el cuarto de Rutgers, obra de Dixon. El tanteo ya era de 4-2 favorable a los Queensmen (así eran conocidos los de Rutgers antes que Scarlet Knights). Pero los muchachos de New Jersey nuevamente no se rindieron. Para nada. Siguieron peleando e imponiendo nuevamente su estilo físico para intentar darle la vuelta al marcador. Al final dos anotaciones más lograron darles el empate y con un empate a cuatro, el partido enfilaba ya la recta final. Solo necesitaban dos anotaciones más ambos equipos. ¿Podéis imaginar qué hubiera pasado si hubiera acabado este partido con un empate a cinco?

 

EJEMPLO DE LIDERAZGO

Leggett, el capitán de los hombres de la reina, viendo el dominio aéreo de sus rivales hizo un cambio inteligente en la táctica. “Keep your kicks short and low”. Lo que sería hacer rodar el balón para inutilizar ese dominio aéreo que los muchachos de New Jersey mostraban.

Y a fe que la táctica funcionó. Funcionó hasta tal punto que les permitió marcar dos goles más y acabar ganando el primer partido de fútbol americano de la historia y que abriría una rivalidad que duraría más de un siglo, pero que -lamentablemente- a día de hoy no se celebra. Al final, el tanteador quedó en 6 a 4 favorable a los caballeros escarlata. Un resultado que nunca más se volvió a repetir sobre todo por dos razones. La primera es un cambio de reglas que desembocó también en un cambio en el sistema de puntuación. Esto fue gracias a Walter Camp, que luchó por innovar el fútbol americano y del cual hablaremos en otro “articoolo”, tanto de él, como de las reglas que cambió e innovó. La segunda y quizás más importante, fue la sequía que Rutgers mostró a partir de entonces. Nuestros queridos caballeros escarlata no volvieron a saborear las mieles de la victoria hasta muchos años después y más concretamente hasta el cinco de noviembre de 1938.

 

EL FINAL DEL PRIMER PARTIDO DE LA HISTORIA

Se dice que una vez acabado el partido la satisfacción era latente. Tanto por parte de uno, como de otros. Princeton, porque lo había dado todo en el campo. Rutgers, por haberse llevado la victoria (amén del esfuerzo, claro está). Todo eran buenas palabras de unos a otros. Princeton reconociendo a Rutgers como justo vencedor. Rutgers rindiendo pleitesía a Princeton como dignísimo rival. El buen ambiente que había reinado desde por la mañana y que se había interrumpido para dar paso a esta furibunda batalla, reinaba de nuevo en el atardecer otoñal que New Brunswick ofrecía. Rutgers obsequió con una cena a los muchachos de New Jersey antes de que partieran rumbo a sus casas cerca de las ocho. Esto es lo que nos cuenta el Targum a grandes rasgos. William Preston Lane no contaba lo mismo en 1933. Contaba que no sabía por qué les empezaron a perseguir, pero que tampoco hicieron preguntas al respecto. Que corrieron a las afueras a coger sus medios de transporte y salir cuanto antes. Hubo un periódico que apoyó lo que contaba el Targum y fue el Daily Fredonian, un medio de New Brunswick, que -días después del partido- daba fe de los hechos que relataba el periódico de Rutgers.
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[/et_pb_text][/et_pb_column][/et_pb_row][et_pb_row _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_column type=”4_4″ _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”][et_pb_text _builder_version=”4.9.2″ _module_preset=”default”] 

Una semana después, el 13 de noviembre de 1869, se llevó a cabo el segundo de los tres partidos programados. Aprovechándose de la norma del “free kick” y de su superioridad tanto física como de su juego aéreo, en Princeton, se dio cumplida venganza a la derrota de la semana anterior. El resultado, completamente rotundo. New Jersey College 8, Rutgers College 0. Había un tercer partido programado, pero no se llevó a cabo debido a las quejas recibidas. Los que estaban al cargo de Rutgers y Princeton protestaron argumentando que se dedicaban más a los deportes que a sus deberes académicos. Tras este parón, algunos consideraron que no hubo ganador en esta primera temporada de fútbol americano, mientras que otros decían que el primer ganador era Princeton gracias a las anotaciones totales que habían efectuado (12 en total frente a 6 de Rutgers).

 

ANÉCDOTAS DEL PARTIDO Y HECHOS ULTERIORES

A pesar que en el campo había seis oficiales encargados de impartir justicia y debido a la permisividad del juego, ya que podías placar y jugar de una manera muy física, hubo lesionados de distintas consideraciones. Desde magulladuras hasta algún hueso roto seguro, desde roturas hasta gente que acabó durante el partido inconsciente. Este último fue el caso de George Hall Large, que acabó de esta manera en la brava pugna por un balón que perseguía junto a Big Mike. El balón había salido a una banda tras un golpe que le habían dado. Se había quedado cerca de una de las vallas que limitaba el campo. La rivalidad y la adrenalina del momento quizás causó que no midieran y acabaron empotrados contra la valla… Una valla en la que estaban encaramados aficionados que disfrutaban del partido. Imaginémonos el resultado por un momento. Gritos, desconcierto, el balón el juego… Al final sendos jugadores se recuperaron, si bien a Large le costó bastante más que a Big Mike. Algunos apuntan a que quedó inconsciente durante algunos minutos, otros que solo le faltaba el aire… Al final, eres tú, querido lector quien optará por pensar cuál de las dos teorías es la que ocurrió realmente. Lo que está claro, es que ambos se recuperaron y siguieron jugando.
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Se recuerda que durante el partido, un profesor de Rutgers, agitando su paraguas hacia los participantes, vociferó muy fuerte una frase que ha quedado para el recuerdo: “you will come to no christian end!”. Su traducción vendría a ser “¡no acabaréis de una manera cristiana!”. ¿Fue tras los hechos de la valla? ¿O viendo cómo estaban jugando los dos equipos? El caso es que, a fin de cuentas, el final, fuese o no de una manera cristiana, fue un final que ha quedado para la posteridad.

Y aquí es donde se unen una fecha y un nombre que hemos nombrado. George Hall Large y el 5 de noviembre de 1938. Como ya comentaba antes, la rivalidad entre Rutgers y New Jersey resultó ser nefasta en cuanto a resultados se refiere para Rutgers. 33 victorias para New Jersey y una sola para Rutgers era el balance de la rivalidad hasta ese día. La empresa era imposible, pero George, escarlata de cuna y único superviviente del equipo de Rutgers que consiguió aquella victoria estaba convencido que ese día, las tornas cambiarían. Dos de sus hijos acabaron estudiando en Princeton. Imaginad cómo le dolía eso. Pues a pesar de todo, sus hijos le hablaban de lo fácil que sería la victoria Tiger, que iban a ganarles, que era lo que dictaba la costumbre y que era lo que iba a ser realidad. “We’re going to tan your hides”. Esa fue la respuesta del padre. La traducción fácil podría ser “Os vamos a dar una paliza”, pero si alguien ha escuchado la expresión “I’m going to whip your ass”, sabrá el atinado lector el significado que más se acerca. Ese día, además, se convirtió oficialmente en el único superviviente del partido de 1869. La mañana de aquel 5 de noviembre, el ultimo superviviente del equipo negro y naranja, el Coronel William Preston Lane fallecía. Aunque no fuera militar, todo el mundo le llamaba coronel (sí, como al coronel Sanders). ¿Un mal augurio para los de Princeton? Al final, la predicción de Large se cumplió, si bien el resultado no dice que fuera una paliza. 20 a 18 favorable a los Queensmen. Cabe decir que fue gracias a un pase de Art Gottlieb a John “Moon” Mullen. Así lograron culminar un partido en el cual entraron en el último cuarto con el marcador desfavorable.

No podemos acabar este articoolo sin hablar de la esta rivalidad que vio su final un 27 de septiembre de 1980. En ese último partido, Rutgers se llevó la victoria por 44 a 13. Hay que destacar en ese equipo al safety Deron Cherry, 6 veces Pro-Bowl y 5 All-Pro, amén de estar en el salón de la fama de los Kansas City Chiefs y a Bill Pickel, nose tackle que fue campeón con Los Angeles Raiders en esa Super Bowl XVIII.

 

¿QUÉ PASÓ CON ESTA RIVALIDAD?

Desde aquel entonces, no se ha vuelto a repetir ningún enfrentamiento entre estas dos universidades. Todo comenzó cuando Rutgers empezó a dedicar más fondos a los deportes y en el caso que nos concierne, al fútbol americano, con lo cual hizo que el nivel se elevara. Hasta 1967, el dominio con mano de hierro de Princeton era evidente. 50 victorias y solo había cedido 8 partidos. Pero el nivel subió y hasta 1980, 1 empate y 3 victorias lograron arrancar los Tigers a los Scarlet Knights en un total de 13 encuentros. Aparte hay que sumar que la Ivy League pasó de ser I-A (lo que viene siendo FBS) a ser I-AA (la FCS que se está jugando esta primavera). ¿Por qué pasaron a ser FCS? Algunas universidades no se adecuaban a las normas que implantaba la NCAA y, por lo tanto, decidieron dar un paso atrás y seguir compitiendo, aunque fuese FCS. Por cierto, si bien la Ivy League se preocupa más por los estudios que por el deporte, este año se concienció por la salud de sus alumnos debido a la pandemia, ya que suspendió todas las competiciones deportivas.

Mientras que Princeton seguía en la Ivy League y pasaba a ser FCS, Rutgers se seguía manteniendo como programa independiente, esta vez en la FBS (a día de hoy, está en la Big Ten Conference). Esto supuso el fin a una rivalidad iniciada en 1869 y en la que el marcador se quedó en 53 victorias para Princeton, 17 para Rutgers y un empate.
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Algunos dicen que el football no comenzó en Rutgers. Que este partido no fue más que un simple partido y, por ende, no debería pasar a la historia. Algunos piensan que el auténtico primer partido es aquel que se celebró entre Harvard y McGill… pero eso, es otra historia que trataremos como se merece en otro «artícoolo».

 

 

@ElchicodelDAI

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