Como seguidor del football, soy un admirador empedernido de legados. Y como fan de los Green Bay Packers, soy admirador de todo lo creado en el football por verbigracia de Vince Lombardi. Pero hoy no vengo a contar uno de esos encurtidos que suelo contar sobre Lombardi en la Frozen Tundra, sino más bien vengo a rendir pleitesía a algo que bien se la merece y de la que el propio Vince fue miembro.
Lombardi recibió una beca en 1933 por parte de la universidad de Fordham para jugar con su equipo, los Rams, y bajo las órdenes de Jim Crowley. “Sleepy Joe”, como era conocido, fue uno de los Four Horsemen de Notre Dame; sí, aquellos Four Horsemen que se alzaron con el campeonato colegial que estaban entrenados por otra leyenda, Knute Rockne. Y no seguiré haciendo relaciones porque acabaría llevándome nuevamente a 🧀…
A modo de curiosidad, debemos decir que, en aquellos años, el Coffey Field, lugar donde juegan los Fordham Rams, era solo permitido para el equipo de baseball. El equipo de football debía irse a jugar al ya desaparecido Polo Grounds, que a día de hoy son bloques de pisos. En realidad y por ser más concretos, era el Polo Grounds IV, pero eso ya es otra historia…
Jim Crowley llegó sucediendo en el cargo a Frank Cavanaugh (el cual siempre sostuvo que la carrera de entrenador acababa en desastre). Y llegó con un hombre que fue fundamental en Fordham y que moldeó esos bloques de granito… Estamos hablando de Frank Lehay, que vino con él desde Michigan State. Un Frank Lehay que logró cuando se fue de Fordham que Boston College fueran ganadores de la Sugar Bowl en una temporada memorable que pasó a la historia por la imbatibilidad de su equipo, así como su fichaje postrero por Notre Dame con los que consiguió cuatro entorchados nacionales.
En aquellos azarosos años 30, tras el crack de 1929, los deportes universitarios eran importantes para la población, pues les transmitía esperanza, y por supuesto, les distraía de sus vidas, las cuales habían cambiado en su mayoría drásticamente. La universidad de Fordham era privada y católica, más concretamente “jesuita”, lo cual le hacía parecer vivir en una burbuja, ajena a la realidad. Y no era así.
En este entorno y bajo la batuta de Jim Crowley, el cual también llevó el estilo de juego de Knute Rockne a Fordham y como ya hiciera con éxito Earl “Curly” Lambeau en los Green Bay Packers, los Fordham Rams se fueron solidificando conforme pasaban las temporadas. Aquel Notre Dame Box que implantó dio sus frutos. Un center, dos guards, dos tackles y dos ends.
Aquella línea de la universidad del barrio del Bronx de Nueva York era tan buena, que llegó a ser conocida como los siete bloques de granito… Seven Blocks of Granite. En aquellos años, los jugadores podían llegar a doblar y jugar tanto ofensiva como defensivamente, algo impensable en nuestros días. Y es así como los siete bloques de granito siempre doblaban. Lo curioso del apodo, obra de Grantland Rice, es que fue usado ya para el equipo de Fordham en un artículo en el New Haven Journal Courier en 1930, refiriéndose al equipo de Frank Cavanaugh, entrenador de los Rams de aquel entonces, pero no funcionó. Fue entonces cuando apareció la figura de Timothy Sylvester Cohane que rescató esta expresión para esta línea. Y caló bien hondo como se ha podido comprobar… Por cierto, a modo de curiosidad, cabe decir que Cohane había sido alumno de Fordham y había jugado a baseball para Jack Coffey, el entrenador por aquel entonces del equipo y que descartó al bueno de Cohane para su escuadra.
Esa línea estaba compuesta por el Right End John Druze, Right Tackle Al Babartsky, Right Guard Vince Lombardi, Center Alex Wojciechowicz, Left Guard Nat Pierce, Left Tackle Ed Franco y Left End Leo Paquin. Cabe destacar también a dos suplentes. A pesar de que no rotaban para jugar, tenían sustitutos por si faltaban a algún partido obviamente. Hyeronim Anthony “Harry” Jancuski y Michael Kochel. Ambos entraron a la liga profesional en 1939 y tuvieron suerte dispar.
Kochel disputó una temporada con los Chicago Cardinals y después de esto fue a la segunda guerra mundial, donde fue piloto de los novedosos bombarderos B-17 en Europa para el bando aliado. Acabada la guerra siguió en el ejército hasta que se retiró como coronel en 1969.
Harry Jancuski por su parte, sin haber sido elegido en el draft, acabó jugando en los Green Bay Packers, y acabó formando parte de su Hall of Fame. Una vez se retiró, pasó a ser entrenador asistente en los Yale Bulldogs durante 33 años nada más y nada menos, tras haber estado uno en Notre Dame y dos en Harvard.
Los titulares por su parte también tuvieron suertes dispares. Todos conocemos el destino que tuvo Vince Lombardi, pero por ejemplo John “Tarzan” Druze, tras una temporada en los Brooklyn Dodgers decidió ser asistente, encontrando acomodo en Boston College primero junto a su antiguo entrenador Frank Lehay y después en Notre Dame. Le llegó la oportunidad de ser entrenador en Marquette, pero su aventura en los Warriors (también conocido en otras épocas como Hilltoppers o Golden Avalanche) duró tres temporadas con un balance de 2-26-1. Dos años más tarde, este programa al cual llevaban intentando resucitar bastante tiempo, fue dejado en el olvido por “pérdidas económicas”.
Albert John “Ali Baba” Babartsky, al cual todo el mundo llamaba cariñosamente “Bart” ya una vez abandonado el college, hizo carrera en Chicago nada más salir de Fordham. Jugó para Cardinals primero y para los Bears después, donde en los años 60, y más concretamente en 1966, acabaron honrando como uno de los mejores jugadores de la franquicia.
Edmondo Guido Armando Franco, o Ed “Devil Doll” Franco, fue una de las personas más cercanas a Vince Lombardi de los bloques, por no decir la que más. Descendiente de inmigrantes italianos, nada más salir de la universidad dejó el football, pero decidió volver al Polo Grounds IV como entrenador de línea de sus Fordham Rams. Seis años después decidió volver a calzarse las botas, pero esta vez en los Boston Yanks. Años más tarde enlazaría su destino al de Vince Lombardi, siendo scout tanto en Green Bay Packers como en Washington Redskins.
Leo Paquin sirvió en la segunda guerra mundial pero antes que eso tuvo una oferta de los New York Giants, que rechazó. Pero no abandonó el football pues se pasó a la docencia y fue entrenador del Xavier High School durante cuarenta años. Casualidad de la vida, Xavier High School es el rival máximo a nivel instituto de Fordham Preparatory School.
Natthaniel Pierce acabó de jugar en Fordham y pasó al cuerpo técnico bajo las órdenes del estricto Jim Crowley. Nat, o Natty como le solían llamar continuó en el cuerpo técnico hasta que le llamó el deber y acudió a la segunda guerra mundial, donde acabó siendo lieutenant commander, lo que vendría a ser “Capitán de Corbeta”. Una vez acabado el conflicto se dedicó a distintos negocios.
Acabamos con el que mayor fama adquirió a nivel de jugador de football, Alex Wojciechowicz o “Wojie”. Salió elegido en primera ronda por los Detroit Lions con el número seis. Su aventura en la ciudad del motor duró desde 1938 a 1946 y acto seguido, marchó a la ciudad del amor fraternal donde estuvo desde 1946 a 1950. Llegado el momento, se retiró en la más absoluta paz consigo mismo. Los reconocimientos no tardarían en llegar. College Hall of Fame, Pro Football Hall of Fame, NFL 1940s All-Decade Team, Pride of Lions, Eagles hall of Fame, Fordham Hall of Fame… Poco más se puede añadir a la carrera de un jugador como Wojie.
El culmen de Fordham fue quizás aquella Sugar Bowl en 1941, ganada de manera pírrica a Missouri en medio de una tromba de agua por años recordada. La fuerte lluvia hizo que el terreno estuviera sumamente pesado y propició que apenas hubiera juego. El marcador final fue de 2-0 gracias a un safety conseguido por Stanley Ritinski. En 1937, el equipo mereció mucho más, y aunque ya no eran los siete bloques de granito, hicieron una grandísima temporada. 7-0-1 y número 3 de la nación. Ese empate a cero ante Pittsburgh, que a la postre fue campeón, no ayudó mucho.
Las temporadas que nos conciernen son las de 1935 y las de 1936. El porqué es simple. Fueron las temporadas que permanecieron juntos los siete bloques. En 1937 ya no estaban Lombardi ni Paquin ni Pierce.
En esas dos temporadas hicieron un récord conjunto de 11-2-4. En 1935, la única derrota fue 0-20 ante Purdue Boilermakers y supuso un gran castigo. En la última jornada de ese año se enfrentaron a uno de sus archirrivales, New York University Violets. En un Yankee Stadium lleno hasta la bandera (72000 personas citan las crónicas), Fordham dio cuenta de los Violets, a los cuales destrozaron el sueño que tenían estos por jugar la Rose Bowl. La ofensiva, contando con el Andrew “Handy Andy” Palau y Joe Maniaci como estiletes y con los Seven Blocks of Granite como protectores, aniquilaron a los Violets por un marcador de 21-0. En este partido, realmente los Rams tenían ganas de sangre. Se cuenta que un par de individuos de dudosa reputación se acercaron a Joe Maniaci y a Amerino Sarno y les ofrecieron 1000 dólares a cada uno por tirar el partido… Se negaron y cuando se lo contaron al equipo fue algo que los enardeció de tal manera que acabaron ganando por ese tanteo.
La historia cambió a la temporada siguiente. Se llegó a la penúltima jornada con los Rams puestos en el AP Poll como número tres de la nación y liderando la carrera para ser candidatos a la Rose Bowl. El traspiés en forma de empate ante Georgia hizo que Fordham retrocediera al puesto número ocho. El balance era de 5-0-2. NYU Violets esperaban en el Yankee Stadium. Y clamaban venganza por la afrenta pretérita acometida el año anterior. El resultado fue devastador… para Fordham. Los Violets culminaron su vendetta ganando 7-6 y haciendo que Fordham cayera en el Poll hasta el puesto número 15. George Savarese anotó el TD y fue el primer jugador en conseguir un TD de carrera ante los siete bloques de granito. Lombardi golpeó a Savarese pero no lo derribó y logró llegar a la zona de anotación. Sal Somma fue el encargado de anotar el extra point. A partir de aquel entonces, a Savarese se le conoció como Stonecutter. Esa derrota escoció durante lustros a los componentes del equipo. Acabaron la temporada 5-1-2 pero ya no era lo mismo… Por cierto, este fue el primer año del AP Poll.
Toda derrota tiene un porqué. Y en esta, también lo había. Como decíamos al principio, en los años treinta, aún en la gran depresión, algunos jugadores marchaban a New Jersey a jugar partidos semiprofesionales para ganar algún dinero. Entonces, cuando se presentaron para jugar ese jueves, 26 de noviembre de 1936, algunos jugadores no se habían recuperado. Uno, por ejemplo, fue Ed Franco. El propio Handy Andy lo recordaba décadas más tarde. Para Vince Lombardi fue siempre la derrota más devastadora que sufrió en toda su vida.
Cabe decir, que según cuentan las crónicas, Vince Lombardi no era tan talentoso como sus compañeros de línea, pero si algo tenía el oriundo de Brooklyn eran redaños para seguir y continuar peleando en el emparrillado.
“Seven Blocks of Granite” es leyenda de Fordham y leyenda del football colegial que los redactores de aquellos años, los contadores de historias como Grantland Rice y el propio Tim Cohane alimentaron y engrandecieron. Y aunque parece a veces que de tanto mitificar se obvie la realidad que rodeaba a la leyenda, que en este caso sería que esta línea era irrompible. ¿Lo era? Desde luego que no era irrompible, puesto que quizás, y solo quizás, en este caso, el football semiprofesional se encargó de que así fuera.
@ElchicodelDAI